Nombre babilonio dado a Daniel después de ser llevado al exilio en 617 a. E.C.; no debe confundirse con Belsasar. (Da 1:7.) El nombre debe ser una forma abreviada de una invocación a Bel y por tanto fue escogido, como dijo Nabucodonosor, “conforme al nombre de mi dios”. (Da 4:8; 5:12.) El propósito claro de este cambio de nombre era naturalizar a Daniel y apartarlo de la adoración de Jehová. Sin embargo, los babilonios también siguieron llamándolo por su nombre Daniel. (Da 4:18, 19; 5:12, 13.)
1. Elías, Uno de los principales profetas de Israel. Su hogar debió estar en Tisbe, que según ciertos eruditos era un pueblo que estaba en la tierra de Galaad, al E. del río Jordán. (1Re 17:1.) Empezó su larga carrera como profeta en Israel durante el reinado del rey Acab, quien comenzó a gobernar alrededor del año 940 a. E.C., y continuó en el reinado de Ocozías, hijo de Acab, que ascendió al trono cerca de 919 a. E.C. (1Re 22:51.) La última vez que se le menciona en su papel de profeta (esta vez en Judá) es hacia el final del reinado de ocho años del rey Jehoram de Judá, reinado que empezó en 913 a. E.C. (2Cr 21:12-15; 2Re 8:16.)
Jehová proveyó en la persona de Elías una columna de apoyo para la adoración verdadera en un tiempo en que la condición espiritual y moral de Israel había decaído de manera alarmante. El rey Acab, hijo de Omrí, había continuado la adoración de becerros introducida por Jeroboán, y, peor aún, se había casado con Jezabel, la hija del rey sidonio Etbaal. Bajo su influencia, Acab incrementó en gran manera sus pecados por encima de todos los reyes anteriores de Israel, al introducir la adoración de Baal en gran escala. Se multiplicaron los profetas y los sacerdotes de Baal, y la corrupción alcanzó un grado extremo, pues el odio de Jezabel hacia Jehová provocó la persecución y el asesinato de sus profetas, lo que los obligó a esconderse en cuevas. (1Re 16:30-33; 1Re 18:13.)
Alimentado por cuervos. Elías aparece por primera vez en el registro cuando Jehová le envía para anunciar castigo sobre Israel debido a sus pecados. Sus primeras palabras registradas son: “¡Tan ciertamente como que vive Jehová el Dios de Israel, delante de quien en efecto estoy de pie [...]!”. Indica que Jehová, el Dios vivo de Israel, ha decretado que no llueva ni haya rocío durante varios años, excepto por orden de la palabra de Elías. Este período duraría tres años y seis meses. (1Re 17:1; Snt 5:17.) Después de este anuncio, Jehová dirige a Elías al valle torrencial de Kerit, al E. del Jordán, en el territorio de la tribu de Gad. Allí, los cuervos le llevan alimento de forma milagrosa, y Elías consigue agua del valle torrencial, que con el tiempo se agota debido a la sequía. Jehová continúa guiándole y le envía fuera del territorio de Israel, a Sarepta ciudad fenicia dependiente de Sidón. En este lugar —cerca de la ciudad de Sidón, donde gobierna el suegro del rey Acab, Etbaal (Snt 16:31)— Elías halla a una viuda preparando la última comida para ella y para su hijo con lo que le queda de harina y aceite. Entonces Elías le pide una torta, con la promesa de que Jehová proveerá para ella durante la sequía. En respuesta a la solicitud, la mujer, que ha reconocido a Elías como un hombre de Dios, accede a su petición y es bendecida. (Compárese con Mt 10:41, 42.) Durante la estancia de Elías en casa de la mujer, el hijo de ella muere. Elías ora a Dios, y Él le devuelve la vida al muchacho, siendo la primera resurrección de la que hay registro y el tercero de los ocho milagros de Elías. (1Re 17.)
¿Cómo convenció Elías a Israel de que Jehová es el Dios verdadero? Mientras tanto, Acab ha estado buscando sin éxito a Elías por todas partes, sin duda para matarlo. (1Re 18:10.) Por fin, Dios le da instrucciones a Elías para que se presente a Acab. Cuando ambos se encuentran, Elías solicita una reunión con los 450 profetas de Baal y los 400 profetas del poste sagrado (aserá). Acab reúne a los profetas en el monte Carmelo, cerca del mar Mediterráneo. . (GRABADO, vol. 1, pág. 950.) Elías propone ante el pueblo una prueba para demostrar quién es el Dios verdadero a quien se debe seguir: todos han de reconocer al Dios que consuma el toro que se le haya sacrificado. El pueblo lo considera justo y concuerda en que se haga así. Primero se invoca a Baal, pero en vano: no hay fuego ni ninguna prueba de que Baal sea un Dios vivo, a pesar de las oraciones y de los cortes rituales que se infligen sus profetas. Durante la mayor parte del día, cojean en derredor del altar bajo un sol ardiente, mientras que Elías se mofa de ellos con sarcasmo, lo que aumenta su frenesí. (1Re 18:18-29.)
Cuando le llega el turno a Elías, repara con doce piedras un altar que había sido derribado, muy probablemente por instigación de Jezabel. A continuación hace que el pueblo empape con agua la ofrenda y el altar por tres veces, e incluso se llena de agua la zanja que había alrededor del altar, quizás de unos 32 m. de lado. (1Re 18:30-35.) Más o menos a la hora de la ofrenda diaria de grano del atardecer, Elías ora una vez a Jehová, quien envía fuego desde el cielo para consumir, no solamente la ofrenda, sino también la leña, las piedras del altar y el agua de la zanja. (1Re 18:36-38.) Todo el pueblo cae sobre su rostro al ver esto y clama: “¡Jehová es el Dios verdadero! ¡Jehová es el Dios verdadero!”. Luego Elías hace que se degüelle a los 450 profetas de Baal en el valle torrencial de Cisón. Jehová contesta la oración de Elías y da fin a la sequía enviando un aguacero. Después de esto, Elías, ayudado por el poder de Jehová, corre unos 30 Km. delante del carro de Acab hasta Jezreel. (1Re 18:39-46.)
Huye de Jezabel.
Cuando se informa a la reina Jezabel de la muerte de los profetas de Baal, jura que matará a Elías. Este, temeroso, huye a unos 150 Km. al SO., a Beer-seba, situada al O. del extremo meridional del mar Muerto. (La obra profética de Elías y Eliseo - (it-1-Pg.949)) Allí deja a su servidor, se adentra más en el desierto y pide en oración morir. En este lugar se le aparece el ángel de Jehová a fin de prepararle para un largo viaje a Horeb, la “montaña del Dios verdadero”. Lo que come entonces le provee sustento para el viaje de cuarenta días, en el que recorre una distancia de unos 300 Km. En Horeb Jehová le habla después de una demostración imponente de su poder —viento, terremoto y fuego—. Sin embargo, Jehová no está en estas manifestaciones, Él no es la naturaleza deificada ni la personificación de fuerzas naturales, sino que estas fuerzas naturales son meras expresiones de su fuerza activa, y no Jehová mismo. El Todopoderoso le muestra a Elías que todavía le queda trabajo por hacer como profeta. Corrige la idea de Elías de que es el único adorador del Dios verdadero en Israel diciéndole que hay 7.000 que no se han inclinado ante Baal. A continuación, le envía de nuevo a su asignación, nombrando a tres personas que han de ser ungidas o comisionadas para hacer un trabajo para Jehová: Hazael, como rey de Siria; Jehú, como rey de Israel; y Eliseo, como su propio sucesor. (1Re 19:1-18.)
Nombra a Eliseo como sucesor.
A continuación, Elías viaja hacia la ciudad natal de Eliseo, Abel-meholá, y lo halla arando un campo. Elías echa su prenda oficial sobre él, indicando de este modo su nombramiento o ungimiento. Desde ese día Eliseo le sigue sin cesar como su sirviente, y permanece con él cuando de nuevo ha de profetizar contra Acab. El codicioso rey, adorador de Baal, se había apoderado ilícitamente de una viña que era posesión hereditaria de Nabot el jezreelita, permitiendo que su esposa Jezabel tramase su asesinato mediante falsos cargos, falsos testigos y jueces injustos. De modo que Elías se encuentra con Acab en la viña y le dice que los perros lamerán su sangre en el mismo lugar donde lamieron la de Nabot, anunciando también una suerte similar para Jezabel. (1Re 19:19; 1Re 21:1-26.)
Unos tres años más tarde muere Acab en una batalla; lavan su carro de guerra cerca del estanque de Samaria y los perros lamen su sangre. Sin embargo, la ejecución de Jezabel no acontece hasta unos quince años después. A Acab le sucede su hijo Ocozías. Este rey sigue en los inicuos pasos de su padre, puesto que cuando resulta herido en un accidente, se dirige al dios falso Baal-zebub, dios de Eqrón, para preguntar acerca del resultado de su enfermedad. Elías le transmite la palabra de Jehová: debido a su proceder, no cabe duda de que morirá. Cuando Ocozías envía tres grupos sucesivamente para buscar a Elías, cada uno compuesto de un jefe con cincuenta hombres, el profeta pide que baje fuego del cielo y aniquile a los primeros dos grupos, pero debido a la súplica del tercer jefe, vuelve con él para pronunciar en persona el juicio contra Ocozías. (1Re 22:1, 37, 38; 2Re 1:1-17.)
Eliseo le sucede.
Llega el tiempo en que Elías tiene que transferir su manto oficial de profeta a Eliseo, quien ya estaba bien preparado y había sido nombrado años antes. Todo esto sucede durante el reinado de Jehoram de Israel, sucesor de su hermano Ocozías. Para ese entonces, Elías va a Betel, de allí a Jericó y luego baja hacia el Jordán, acompañado durante todo el camino por Eliseo. Llegado este momento, Eliseo es recompensado por su fidelidad al ver un carro de guerra de fuego, caballos de fuego y a Elías ascendiendo a los cielos en una tempestad de viento. Eliseo recoge la vestidura oficial que se le había caído a Elías, y vienen sobre él “dos partes” (como la porción de un hijo primogénito) del espíritu de Elías, un espíritu de valor y de estar “absolutamente celoso por Jehová el Dios de los ejércitos”. (2Re 2:1-13; 1Re 19:10, 14; compárese con Dt 21:17.)
Elías no murió en esta ocasión, ni tampoco fue a una región espiritual invisible, sino que se le transfirió a otra asignación profética (Jn 3:13); prueba de ello es que Eliseo no guardó ningún período de duelo por su maestro. Unos cuantos años después de su ascensión en la tempestad de viento, Elías todavía estaba vivo y activo como profeta, en esta ocasión profetizando contra el rey de Judá. Debido al inicuo derrotero emprendido por el rey Jehoram de Judá, Elías le escribió una carta en la que expresaba la condenación de Jehová, condenación que se cumplió poco tiempo después. (2Cr 21:12-15; véase CIELO - [Ascensión al cielo].)
Milagros.
En el relato bíblico se le atribuyen a Elías ocho milagros. Son:
Elías fue un gran defensor de la adoración verdadera de Jehová. Luchó con afán contra el baalismo en Israel, lucha en la que le sucedió Eliseo. Jehú llevó a cabo la ejecución de Jezabel y destruyó el inmundo baalismo sidonio. En los días de Elías, 7.000 israelitas se mantuvieron fieles a Jehová, entre ellos, Abdías, el administrador de la casa de Acab; y seguro que Elías fortaleció mucho a algunos de estos. Elías nombró a Eliseo sucesor suyo, y este a su vez ungió a Hazael y a Jehú.
El apóstol Pablo debía referirse a Elías cuando habló de “Samuel y de los demás profetas, que por fe [...] efectuaron justicia [...]. Hubo mujeres que recibieron a sus muertos por resurrección”. De modo que fue uno de la gran “nube” de fieles testigos de la antigüedad. (Heb 11:32-35; Heb 12:1.) El discípulo Santiago se refiere a Elías como una prueba de la eficacia de las oraciones de un “hombre de sentimientos semejantes a los nuestros”, que sirvió a Dios con rectitud. (Snt 5:16-18.)
Su obra fue profética de cosas por venir.
Unos cuatrocientos cincuenta años después del tiempo de Elías, Malaquías profetizó que ese profeta aparecería “antes de la venida del día de Jehová, grande e inspirador de temor”. (Mal 4:5, 6.) Los judíos del día de Jesús estaban a la expectativa de la venida de Elías para que se cumpliese esta profecía. (Mt 17:10.) Algunos pensaron que Jesús era Elías. (Mt 16:14.) Juan el Bautista llevaba una prenda de vestir de pelo y un cinturón de cuero alrededor de sus lomos como Elías, pero negó ser Elías en persona. (2Re 1:8; Mt 3:4; Jn 1:21.) El ángel no le había dicho a Zacarías, el padre de Juan, que este sería Elías, sino que tendría “el espíritu y poder de Elías [...] para alistar para Jehová un pueblo preparado”. (Lu 1:17.) Jesús indicó que Juan hizo esa obra, pero que los judíos no lo reconocieron. (Mt 17:11-13.) Después de la muerte de Juan, se vio a Elías y a Moisés en la transfiguración de Jesús, indicando que la obra que Elías había realizado representaba algo todavía futuro. (Mr 9:1-8.)
★Una prueba en el monte Carmelo - (lfb-Cap.46-Pg.112-Foto)
★Eliseo - [Sucede a Elías-§1]
★Eliseo sucede a Elías
1) impedir que lloviera,
2) hacer que no se acabara el suministro de harina y aceite de la viuda de Sarepta,
3) resucitar al hijo de la viuda,
4) hacer que descendiese fuego del cielo en respuesta a una oración,
5) hacer que lloviese para que la sequía finalizase como respuesta a una oración,
6) hacer que bajase fuego sobre un capitán del rey Ocozías y sus cincuenta hombres,
7) que descendiese fuego sobre un segundo capitán y sus cincuenta hombres y
8) dividir el río Jordán al golpearlo con su prenda oficial de vestir. Su ascensión a los cielos también fue milagrosa, pero en este caso fue una acción directa de Dios, no antecedida por una oración o proclamación de Elías.
Cómo mantener el gozo en nuestro servicio a Dios
A veces para mantener el gozo en nuestro servicio a Dios solo tenemos que:
★1. Descansar lo suficiente y comer sanamente y beber agua.(1Re 19:4-7) ★2. Fijarnos en la fidelidad de nuestros hermanos. (1Re 19:18) ★3. Ser modestos, confiar en Jehová y delegar. (1Re 19:15-17) |
2. Elías, Hijo del benjamita Jeroham; habitante de Jerusalén y cabeza de su casa. (1Cr 8:1, 27, 28.)
3. Elías, Sacerdote levita de “los hijos de Harim” (1Cr 24:8; Esd 2:1, 2, 39) que se contó entre los que siguieron la admonición de Esdras de despedir a sus esposas extranjeras. (Esd 10:21, 44.)
4. Elías, Descendiente de Elam que estuvo entre los que siguieron la exhortación de Esdras de despedir a sus esposas extranjeras. (Esd 10:26, 44.)
Hijo de Safat y profeta de Jehová durante los siglos IX y X a. E.C. Fue el sucesor del profeta Elías. Jehová dirigió a Elías para ungir a Eliseo de Abel-meholá. Elías halló a este arando y echó sobre él su prenda de vestir oficial como señal de su nombramiento. (1Re 19:16.) Eliseo estaba arando detrás de doce yuntas de toros, “y él con la duodécima”. Es de interés que en el siglo XIX William Thomson (The Land and the Book, 1887, pág. 144) informó que los labradores árabes tenían la costumbre de trabajar juntos con sus pequeños arados, de modo que era fácil que un sembrador sembrase lo que araban en un día. Como se hallaba detrás del grupo, Eliseo podía pararse sin interrumpir el trabajo de los demás. El hecho de que sacrificase una yunta de toros y usase los aparejos como combustible habla en favor de la prontitud, resolución y aprecio de Eliseo por la llamada de Jehová. Después de preparar una comida, Eliseo partió sin dilación para seguir a Elías. (1Re 19:19-21.)
Es posible que Eliseo sirviese a Elías por unos seis años. Elías era el profeta principal y Eliseo trabajaba estrechamente con él, conociéndosele como el que “derramaba agua sobre las manos de Elías” cuando este se las lavaba. (2Re 2:3-5; 2Re 3:11.)
Desde que empezó a seguir a Elías, Eliseo sirvió de profeta en Israel durante los reinados de los reyes Acab, Ocozías, Jehoram, Jehú y Jehoás. Durante ese tiempo gobernaron en Judá Jehosafat, Jehoram, Ocozías, Atalía, Jehoás y quizás Amasías. Eliseo desempeñó solo el ministerio de profeta por unos sesenta años después de la partida de Elías.
El registro de la actividad profética de Eliseo en Segundo de los Reyes no parece guardar un total orden cronológico. Por ejemplo, en el capítulo 5 se dice que Guehazí fue herido de lepra, enfermedad que habría de apartarle del resto de la comunidad. Sin embargo, en el capítulo 8 aparece hablando de manera amistosa con Jehoram, el rey de Israel. Asimismo, en el capítulo 13 se registra la muerte de Jehoás, rey de Israel, pero después se hace mención de su última entrevista con Eliseo. (2Re 13:12-21.) En algunos pasajes las obras y milagros de Eliseo parecen estar agrupados según su naturaleza o semejanza; por ejemplo:
1) los que fueron para el bien de los profetas y de otras personas (2Re 4:1–6:7) y
2) los que tenían que ver con la nación y el rey. (2Re 6:8–7:20.)
Sucede a Elías. La actividad de Eliseo como sucesor de Elías comienza alrededor de 917 a. E.C. o poco después, cuando Elías ascendió a los cielos en una tempestad. (2Re 1:17; 2Re 2:1, 11, 12.) Antes de partir Elías, Eliseo le pide “dos partes de [su] espíritu”, es decir, una porción doble, como le correspondía al hijo primogénito. Esta posición la ocupaba debido a su nombramiento oficial como sucesor de Elías, cuando este echó sobre él su prenda de vestir oficial. (2Re 2:9.) Sabedor de que esto no era algo que él pudiera conceder, Elías le dijo: “Si me ves cuando sea quitado de ti, te sucederá así”. Jehová confirmó esta declaración al permitir que Eliseo viese a Elías ascender hacia el cielo en una tempestad de viento. Cuando Elías partió, su manto de pelo, o vestidura oficial, se le cayó. Eliseo lo recogió, y así se identificó como sucesor de Elías. En la orilla del río Jordán, Jehová le mostró que estaba con él, pues cuando golpeó las aguas con su vestidura, estas se dividieron milagrosamente. (2Re 2:9-15.)
Una vez que cruzó el Jordán, Eliseo se reunió en Jericó con el grupo de hijos de los profetas. Allí se vino a confirmar la posición de Eliseo como cabeza del grupo de los profetas de Dios, pues sanó el agua de Jericó, que era mala y causaba abortos. Yendo a la fuente, arrojó en ella sal de una pequeña escudilla nueva, y “el agua continúa saneada hasta el día de hoy”. (2Re 2:19-22.)
Desde Jericó Eliseo subió a Betel, a unos 900 m. sobre el nivel del mar, adonde había ido con Elías a visitar a un grupo de los hijos de los profetas. (2Re 2:3.) En el camino aparece un grupo de jóvenes delincuentes que muestran una gran falta de respeto, tanto a él como a su cargo de profeta. Se mofan, diciendo: “¡Sube, calvo! ¡Sube, calvo!”. Con estas palabras querían decir que siguiese subiendo a Betel o bien que se marchase de la Tierra de la misma manera que suponían que había hecho su predecesor. (2Re 2:11.) Para enseñar a estos muchachos, así como a sus padres, respeto al profeta de Jehová, Eliseo se volvió e invocó el mal sobre ellos en el nombre de Jehová. De repente, dos osas salieron del bosque y despedazaron a cuarenta y dos de ellos. (2Re 2:23, 24.)
En el transcurso de una expedición para reprimir una sublevación del rey Mesá de Moab (quien erigió lo que se conoce como la Piedra Moabita), el rey Jehoram de Israel, el rey Jehosafat de Judá y el rey de Edom quedaron atrapados en un desierto sin agua. El rey Jehosafat pidió un profeta de Dios. Eliseo solicitó un tañedor de instrumento de cuerdas, a fin de recibir inspiración de Jehová bajo la influencia de la música, pero no lo hizo para beneficio de Jehoram, sino por respeto a Jehosafat, que gozaba del favor de Jehová. (Compárese con 1Sa 10:5, 6.) Eliseo hizo que el pueblo cavara zanjas, que a la mañana siguiente estaban llenas de agua. Cuando el primer sol de la mañana brilló sobre el agua de las zanjas, a los moabitas les pareció que era sangre. Pensando que Israel y sus aliados habían muerto violentamente al luchar entre ellos mismos en confusión, los moabitas irrumpieron para llevarse el botín; pero para sorpresa suya, Israel se levantó y los derrotó. (2Re 3:4-27.) Este acontecimiento ocurrió entre 917 y 913 a. E.C.
Una serie de milagros de naturaleza doméstica figuran a continuación en el registro de Eliseo. La viuda de uno de los hijos de los profetas está en extrema necesidad. Eliseo multiplica milagrosamente su escaso suministro de aceite, y así salva a sus hijos de caer en esclavitud a su acreedor. (2Re 4:1-7.) Este milagro es similar al segundo que hizo Elías, en el que multiplicó la harina y el aceite de la viuda de Sarepta (1Re 17:8-16.)
En Sunem, en el valle de Jezreel, una mujer prominente muestra hospitalidad poco común a Eliseo debido a que le reconoce como un “santo hombre de Dios”, y hasta le proporciona una habitación, ya que Eliseo pasa con frecuencia por su casa. Debido a la bondad de esta mujer, Eliseo le promete un hijo, aunque su esposo ya es viejo. Conforme a su promesa, alrededor de un año más tarde le nace un hijo, pero muere siendo aún un niño. Eliseo lleva a cabo entonces su primera resurrección, trayendo al niño de nuevo a la vida, así como Elías había levantado de manera similar al hijo de la viuda de Sarepta (2Re 4:8-37; 1Re 17:17-24.) Por haber mostrado bondad a un profeta de Dios, es recompensada con creces. (Compárese con Mt 10:41.)
Eliseo vuelve a Guilgal, al N. de Betel, en las montañas, donde están los hijos de los profetas. Allí hay hambre. Mientras se prepara un guisado, alguien añade unas calabazas sin saber que eran venenosas, y tan pronto como prueban el guisado, gritan: “Hay muerte en la olla, oh hombre del Dios verdadero”. Como no convenía que se desperdiciase la comida en aquella época de hambre, Eliseo pidió harina y la echó en la olla, y esto hizo que el guisado fuese comestible, de manera que “no resultó haber nada dañino en la olla”. (2Re 4:38-41.)
Durante los tiempos críticos del hambre, un resto fiel de adoradores israelitas que no se habían arrodillado ante Baal aprecian los esfuerzos de los profetas de Jehová y les suministran alimento. Cuando un hombre les lleva veinte panes de cebada y algo de grano, Eliseo da órdenes de que esta pequeña provisión sirva de alimento para todos. No obstante, hay que alimentar a cien hombres de los “hijos de los profetas”. A pesar de las dudas del que sirve el alimento, todos comen hasta quedar satisfechos, e incluso sobra. (2Re 4:42-44; compárese con Mr 6:35-44.)
★Elías - [Eliseo le sucede-§1]
★Eliseo sucede a Elías
Cura a Naamán. Durante su reinado, el rey Ben-hadad II de Siria envía a Naamán, jefe de su ejército y hombre muy respetado, al rey de Israel para que le cure de su lepra. A pesar de su enfermedad, este hombre valiente había salvado a Siria. Al parecer, su lepra no le impedía ostentar este alto cargo en Siria, como hubiera sido el caso en Israel. (Le 13:46.) El rey Ben-hadad envía a Naamán a Israel debido al testimonio de una joven israelita cautiva que sirve en la casa de Naamán. Esta joven confía en Jehová y habla a su ama sobre Eliseo, el profeta de Dios. El rey de Israel piensa que Ben-hadad intenta provocarle, pues, como él dice: “¿Soy yo Dios, para dar muerte y conservar vivo?”. Cuando Eliseo se entera de la angustia del rey, le pide: “Permite que venga a mí, por favor, para que él sepa que existe profeta en Israel”. (2Re 5:1-8.)
Eliseo no sale a recibir a Naamán, sino que por medio de su siervo le manda que se bañe siete veces en el río Jordán. Al principio Naamánv se encoleriza, pero por fin se humilla, se somete a este simple procedimiento y se cura. Luego Naamán vuelve a Eliseo y se compromete a servir fielmente a Jehová, el Dios de Israel, a partir de entonces. Se lleva consigo tierra israelita, “la carga de un par de mulos”, sobre la cual hacer sacrificios a Jehová, seguramente mirando hacia el templo de Jerusalén. Como oficial del rey de Siria, seguirá cumpliendo con su deber, como entrar con el rey en la casa del dios falso Rimón, pero dice que ya no adorará a ese dios. Lo que llevará a cabo no será un deber religioso, sino sus obligaciones para con el rey. Ofrece a Eliseo un regalo que este rechaza, pues el milagro se debe al poder de Jehová, no al suyo, y no va a aprovecharse del cargo que Dios le ha dado. (2Re 5:9-19; compárese con Mt 10:8.)
El siervo de Eliseo, Guehazí, deseoso de ganancia egoísta, alcanza a Naamán y le pide alguno de los regalos que Eliseo había rechazado. Intenta ocultarle el asunto a Eliseo con mentiras, pero este le anuncia el merecido castigo: “La lepra de Naamán se te pegará a ti y a tu prole hasta tiempo indefinido”. (2Re 5:20-27.)
Se hace necesario que los hijos de los profetas con los que Eliseo se encuentra se trasladen a un alojamiento más espacioso. Están junto al río Jordán, cortando vigas para su nueva vivienda. Uno de los profetas está usando un hacha prestada; la cabeza del hacha se sale y cae en el agua. Eliseo, al parecer preocupado porque no cayese ningún reproche sobre los profetas, arroja un pedazo de madera en el agua, donde había caído la cabeza del hacha, y esta sube a la superficie. De este modo Jehová prueba que respalda a sus profetas. (2Re 6:1-7.)
Israel librado de Siria. Durante el reinado del rey Jehoram de Israel, Siria planeó un ataque sorpresa sobre este país. En varias ocasiones las maniobras de Ben-hadad II quedaron frustradas por la acción de Eliseo, quien le reveló al rey Jehoram todos los movimientos de los sirios. Al principio Ben-hadad creía que había un traidor en su propio campamento, pero cuando se enteró de cuál era la verdadera causa de su problema, envió una fuerza militar a Dotán, rodeándola con caballos y carros de guerra, para capturar a Eliseo. (GRABADO, vol. 1, pág. 950) El servidor de Eliseo se sobrecogió de temor, pero el profeta oró a Dios para que le abriera los ojos: “Y, ¡mire!, la región montañosa estaba llena de caballos y carros de guerra de fuego todo en derredor de Eliseo”. Al acercarse las huestes sirias, Eliseo oró para que se efectuase un milagro opuesto al anterior: “Por favor, hiere a esta nación con ceguera”. Luego Eliseo dijo a los sirios: “Síganme”; pero no los llevó de la mano, lo que indica que se trataba de una ceguera mental y no física. Ellos no reconocieron a Eliseo, a quien habían ido a prender, ni tampoco sabían adónde los llevaba. (2Re 6:8-19.)
¿Con qué clase de ceguera hirió Jehová a los sirios que intentaban capturar a Eliseo?
William James dice en su obra Principles of Psychology (1981, vol. 1, pág. 59) con respecto a esta clase de ceguera: “Un efecto sumamente interesante del desorden cortical es la ceguera mental. Esta no supone tanto la insensibilidad a las impresiones ópticas como la incapacidad de entenderlas. Psicológicamente, se interpreta como la pérdida de asociación entre las sensaciones ópticas y su significado. Puede producirla cualquier interrupción entre los centros ópticos y los centros del intelecto”.
Después de llevar a los sirios hasta Samaria, Eliseo oró para que Jehová les abriese los ojos; los sirios se encontraron justo en medio de Samaria, ante el mismo rey Jehoram. Eliseo manifestó fe en el poder de Jehová y demostró que no era vengativo al impedir que el rey de Israel matase a los sirios, pues, según dijo, eran como cautivos de guerra. Le mandó al rey que les diese de comer, así que se preparó un gran banquete y luego se les envió a casa. El resultado fue el siguiente: “Ni una sola vez volvieron a entrar las partidas merodeadoras de los sirios en la tierra de Israel”. (2Re 6:20-23.)
Sin embargo, más tarde, Ben-hadad II hizo una incursión, pero entonces no con saqueos esporádicos, sino con una gran fuerza, y llegó a poner sitio a Samaria. El sitio fue tan severo, que al rey se le informó por lo menos de un caso en el que una mujer se había comido a su propio hijo. Como prole de Acab, “hijo de un asesino”, el rey Jehoram jura matar a Eliseo, pero ese juramento irreflexivo no se lleva a cabo. Cuando llega a la casa del profeta con su adjutor, Jehoram le dice que ha perdido toda esperanza de recibir la ayuda de Jehová. Eliseo le asegura al rey que habrá abundancia de alimento al día siguiente. El adjutor del rey se mofa de esta predicción, por lo que Eliseo tiene que decirle: “Mira que lo vas a ver con tus propios ojos, pero de ello no comerás”. Un ruido que Jehová hace que se oiga en el campamento de los sirios les hace creer que un gran ejército de naciones combinadas avanza contra ellos, y huyen dejando el campamento intacto con todas las provisiones de alimento. Cuando el rey se entera de la deserción de los sirios, encomienda al adjutor guardar la puerta, y allí, en el paso de entrada de Samaria, es atropellado y muere cuando la muchedumbre hambrienta sale de forma precipitada para saquear el campamento. Ve el alimento, pero no come de él. (2Re 6:24–7:20.)
Eliseo no pagó mal por mal
Siria e Israel se encontraban en guerra, pero el rey sirio Ben-hadad II estaba furioso porque el profeta Eliseo era capaz de predecir por dónde atacaría el ejército sirio, Eliseo avisaba al rey de Israel Jehoram y este previene evitando pasar con sus tropas por los lugares estratégicos (2Re 6:14–23.) Al ver frustrados todos sus intentos, el rey de Siria se propuso capturar a Eliseo, para evitar que éste informara de sus planes al rey de Israel. Cuando se enteró que el profeta se encontraba en la ciudad de Dotán, envió un ejército grande para sitiar la ciudad y atrapar a Eliseo, al día siguiente Jehová escuchó la oración de Eliseo e hirió al ejército sirio con una ceguera temporal. Entonce Eliseo los llevo a todos a Samaria la capital del reino norteño de Israel, donde el rey Jehoram los quería matar en el acto. Pero Eliseo le dijo al rey que nos los matara sino que les hiciera un banquete (2Re 6:22, 23.)
Ese trato no lo esperaban los asirios, pero eso resultó mucho mejor que la venganza, pues los sirios no volvieron a molestarlos, seguro respetándolos por el trato que habían recibido.
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Hazael y Jehú nombrados reyes. Nuestra atención se dirige ahora a Damasco (Siria), donde el rey Ben-hadad II yace a punto de morir. Hazael, el enviado del rey, se encuentra con Eliseo e inquiere si su amo se recuperará. El espíritu de Jehová actúa y permite que Eliseo vea un cuadro amargo que le entristece: Hazael va a suplantar a Ben-hadad y con el tiempo causará un enorme daño a Israel como justo castigo de Jehová por los pecados de los israelitas. Eliseo le dice a Hazael que le haga saber a Ben-hadad: “‘Positivamente revivirás’, y Jehová me ha mostrado que positivamente morirá”. Hazael le informa de palabra la primera parte, pero pone por obra la segunda, ahogando al rey bajo una sobrecama mojada y tomando el trono de Siria. (2Re 8:7-15.)
Todavía hay un trabajo de Elías que Eliseo debe llevar a cabo: el ungimiento de Jehú como ejecutor de Dios contra la inicua casa de Acab. (2Re 9:1-10.) Lo realiza más de dieciocho años después de haberle dado Jehová el mandato a Elías. Eliseo es testigo presencial del cumplimiento de las profecías de 1 Reyes 19:15-17 y 21:21-24.
Cuando se unge a Jehú, Jehoram gobierna en Israel, y Ocozías, su sobrino, en Judá. El rey sirio Hazael castiga con severidad a Israel durante su reinado y hiere a Jehoram en una batalla en Ramot-galaad. (2Re 9:15.) Jehú no pierde tiempo en llevar a cabo su comisión de acabar con la inicua casa de Acab, y no deja a ningún superviviente. (2Re 10:11.) Primero va en pos del rey Jehoram de Israel, que se está recuperando de sus heridas en Jezreel. En cumplimiento de la profecía de Elías, se encuentra a Jehoram fuera de la ciudad, le da muerte y lo arroja en la porción del campo de Nabot el jezreelita. (2Re 9:16, 21-26.) Una vez que entra en Jezreel, Jehú mata a la inicua Jezabel, madre de Jehoram de Israel y abuela de Ocozías de Judá. Jehú quiere enterrarla, pero Jehová hace que los perros se coman su carne tal como había predicho el profeta Elías, a fin de que no se la entierre en ninguna tumba conmemorativa. (2Re 9:30-37.) Más tarde se decapita a los 70 hijos de Acab, se da muerte a Ocozías, el nieto de Acab (2Re 10:1-9; 2Re 9:27, 28), y la espada de ejecución de Jehú pone fin a la vida de 42 hermanos de Ocozías. (2Re 10:12-14; 1Re 21:17-24.)
Destruida la adoración de Baal. En camino a Samaria, la capital, Jehú se encuentra con Jehonadab, quien apoya incondicionalmente el exterminio del baalismo, y los dos prosiguen hasta Samaria para ver el golpe final que erradicará por completo el baalismo de Israel. Jehú sigue la estrategia de reunir a todos los adoradores de Baal en su templo y darles una vestidura distintiva. La casa se llena de bote en bote, y no hay entre ellos ningún adorador de Jehová. Jehú da la orden, y sus hombres derriban a todos los adoradores de Baal, demuelen sus postes sagrados y la casa de Baal, y apartan ese recinto para excusado público. (2Re 10:15-27.)
De este modo Eliseo completa la obra que inició Elías. Se aniquila la adoración de Baal de Israel. Eliseo no tiene la experiencia de ser llevado en una tempestad a los cielos para ser transportado a otro lugar antes de su muerte, como le había ocurrido a Elías, sino que durante el reinado de Jehoás de Israel, muere de muerte natural. Mientras está en el lecho de muerte, Israel tiene que hacer frente otra vez a los problemas que le causa Siria. El rey Jehoás se dirige a Eliseo al parecer con una solicitud de ayuda militar contra los sirios, pues le dice: “¡Padre mío, padre mío, el carro de guerra de Israel y sus hombres de a caballo!”. Por petición de Eliseo, Jehoás hiere la tierra con sus flechas; pero debido a que lo hace con falta de celo verdadero, solo tres veces, Eliseo le dice que como consecuencia tan solo se le concederán tres victorias sobre Siria, y así sucede. (2Re 13:14-19, 25.)
Trabajo realizado. Gracias al espíritu de Dios que estaba sobre él, Eliseo había realizado hasta ese momento quince milagros; pero incluso después de su muerte, Jehová lo usó para otro milagro. Eliseo había permanecido fiel hasta la muerte, y Dios lo había aprobado. El registro bíblico relata que después del entierro de Eliseo, se estaba enterrando a otro hombre, cuando una partida merodeadora de moabitas hizo que el cortejo fúnebre le arrojase en la sepultura de Eliseo y huyese. Al tocar los huesos de Eliseo, el hombre muerto “llegó a vivir, y se levantó sobre sus pies”. (2Re 13:20, 21.)
Jesús llama a Eliseo profeta en Lucas 4:27, y Hebreos 11:35 debe aludir a él y a Elías, ya que ambos llevaron a cabo resurrecciones. Elías empezó su obra profética en un tiempo en el que Israel estaba saturado de baalismo, lo que requería celo por la adoración verdadera. Realizó una gran labor al volver el corazón de muchas personas a Jehová. Eliseo siguió la obra donde Elías la había dejado, y aunque su ministerio fue más tranquilo, se esforzó para que el trabajo que había empezado Elías se efectuara completamente, y vivió para verlo realizado. Se le atribuyen dieciséis milagros, en comparación con los ocho de Elías. Al igual que este último, mostró un gran celo por el nombre de Jehová y por la adoración verdadera. Manifestó paciencia, amor y bondad, y, sin embargo, fue muy firme cuando el nombre de Jehová estaba en juego, no dudando en expresar el juicio de Dios contra los inicuos. Por ello, se ganó un lugar entre la gran “nube de testigos” mencionada en Hebreos 12:1.
Como la obra que realizó Elías era un modelo profético de cosas que habrían de suceder durante el ministerio terrestre de Jesús, y también en tiempos posteriores, es razonable suponer lo mismo de la obra de Eliseo, que en realidad completó la que empezó Elías, llevando a término la comisión que este había recibido.
Primogénito de Isaac y Rebeca, hermano mellizo de Jacob y antepasado de los edomitas. Se le puso por nombre Esaú debido a su singular apariencia velluda al nacer, pero se le dio el nombre de Edom (que significa “Rojo”) por el guisado rojo de lentejas por el que vendió su primogenitura. (Gé 25:25, 26, 30.)
Aun antes de su nacimiento, acaecido en 1858 a. E.C., cuando Isaac tenía sesenta años de edad, los gemelos lucharon en el vientre de su madre. En respuesta a la pregunta de Rebeca con respecto al significado de este suceso, Jehová le reveló que de sus entrañas saldrían dos grupos nacionales y que el mayor serviría al menor. (Gé 25:22, 23.)
Desdeña los asuntos espirituales. Esaú se convirtió en un cazador hábil y audaz, un “hombre agreste”. A diferencia de su hermano Jacob, que era un hombre “sin culpa”, Esaú era materialista y de inclinaciones carnales. (Gé 25:27.) Pero Isaac amaba a Esaú “porque significaba caza en su boca”. (Gé 25:28.)
Cierto día Esaú llegó del campo cansado y hambriento mientras Jacob preparaba un guisado. A la petición de Esaú: “¡Aprisa, por favor, dame un bocado de lo rojo... lo rojo que está allí!”, Jacob le pidió que le vendiera su primogenitura. Como no apreciaba las cosas sagradas —la promesa de Jehová a Abrahán respecto a la descendencia por medio de la que todas las naciones de la tierra se bendecirían—, el impetuoso Esaú vendió con un juramento su primogenitura a Jacob por un guisado de lentejas y pan. Al despreciar de este modo la primogenitura, considerándola como de poco valor, mostró una total falta de fe. Quizás no quiso tener nada que ver con el cumplimiento de la palabra de Dios concerniente a la descendencia de Abrahán: “Tu descendencia llegará a ser residente forastera en tierra ajena, y tendrá que servirles, y estos ciertamente la afligirán por cuatrocientos años”. (Gé 15:13; Gé 25:29-34; Heb 12:16.)
A la edad de cuarenta años Esaú decidió casarse siguiendo su propio criterio. Escogió la poligamia, y, a diferencia de su padre Isaac, que había permitido que Abrahán le consiguiese una esposa de entre los adoradores de Jehová, se casó con dos mujeres hititas paganas: Judit (Oholibamá[?]) y Basemat (Adá[?]). Estas mujeres resultaron ser una fuente de amargura de espíritu tanto para Isaac como para Rebeca. (Gé 26:34, 35; 36:2; 24:1-4, 50, 51.)
Jacob recibe la bendición. Cuando Isaac ya estaba entrado en años, deseó dar su bendición a su hijo mayor, Esaú, de modo que le mandó que cazara un venado y le preparara un plato sabroso. Esaú procedió a hacerlo, con la perspectiva de recibir la bendición de primogénito, aunque en realidad ya no tenía derecho a esa bendición por haber vendido su primogenitura. De modo que estaba dispuesto a quebrantar el pacto que él mismo había jurado cuando la vendió. Sabiendo lo que Jehová le había dicho antes del nacimiento de los gemelos, Rebeca intervino aconsejando a Jacob que se presentara delante de su padre como si fuera Esaú, a fin de obtener la bendición que le correspondía. Jacob se presentó ante su padre ciego vestido con las prendas de Esaú y con pieles de cabritos sobre las manos y la parte lampiña del cuello. Isaac no lo reconoció. (Gé 25:23; 27:1-23.)
Cuando Isaac terminó de bendecir a Jacob, llegó Esaú de la cacería y procedió a preparar un plato sabroso para su padre. Una vez que se presentó ante él para recibir de forma indebida la bendición y se enteró de que Isaac ya había bendecido a Jacob, “empezó a clamar de una manera extremadamente fuerte y amarga”. Buscó con ansiedad una bendición de su padre, pero su motivo era egoísta. No obstante, ni siquiera sus lágrimas hicieron que Isaac cambiara su determinación y se retractara de la bendición que había pronunciado sobre Jacob. Isaac debió reconocer la guía de Jehová en todo el proceso. A continuación procedió a decirle a Esaú: “Mira, lejos de los terrenos fértiles de la tierra se hallará tu morada, y lejos del rocío de los cielos arriba. Y por tu espada vivirás, y a tu hermano servirás. Pero ciertamente ocurrirá que, cuando te inquietes, verdaderamente romperás su yugo de sobre tu cuello”. (Gé 27:30-40; Heb 12:17.)
Esaú sabía que Jacob tenía derecho a la bendición porque había adquirido la primogenitura de forma legal. (El testimonio arqueológico confirma que entre los pueblos antiguos del Oriente Medio existía la práctica de intercambiar la primogenitura por algo material. Por ejemplo, un texto de Nuzi habla de un hermano que recibió tres ovejas a cambio de su parte de la herencia.) Pero Esaú, al igual que Caín, abrigó rencor a su hermano Jacob, y esperaba una oportunidad para darle muerte. Cuando Rebeca se enteró de esto, aconsejó a Jacob que huyera a Harán, a la casa de su hermano Labán. Cuando le pidió el consentimiento a Isaac, bondadosamente decidió no revelarle la intención asesina de Esaú, y solo le dijo cómo se sentiría si Jacob alguna vez llegaba a tomar una esposa como las hijas de Het. Así que Isaac llamó a Jacob, le bendijo y le instruyó para que fuera a Padán-aram, a la familia de Rebeca, a fin de conseguir esposa. Cuando Esaú vio esto, se sintió impulsado a tomar una tercera esposa, Mahalat (Basemat[?]), hija de Ismael, el hijo de Abrahán. (Gé 27:41–28:9; Gé 36:3.)
Acontecimientos posteriores. Durante la ausencia de veinte años de Jacob, Esaú se estableció en Seír, el campo de Edom. (Gé 32:3; Jos 24:4.) Sin embargo, parece ser que años más tarde se trasladó definitivamente a Seír, y se llevó a su familia y todas sus posesiones. (Gé 36:6-8.) Cuando Jacob regresó a Canaán, se inquietó mucho al saber por medio de los mensajeros que había enviado que Esaú iba a su encuentro con 400 hombres. Esaú fue con un grupo tan numeroso quizás para impresionar a su hermano con una fuerza superior, o para mostrar que era un jefe poderoso. Jacob oró a Jehová y envió por delante un magnífico regalo de más de 550 cabezas de ganado. Al ver a Esaú, Jacob con humildad “se adelantó a ellos y procedió a inclinarse a tierra siete veces hasta que llegó cerca de su hermano”. A continuación Esaú fue corriendo a su encuentro y le abrazó, cayendo sobre su cuello y besándolo. Ambos prorrumpieron en lágrimas. Al principio Esaú rehusó aceptar el ganado que Jacob le regalaba, diciendo: “Tengo muchísimo, hermano mío. Continúe tuyo lo que es tuyo”. No obstante, ante la insistencia de Jacob, por fin aceptó el regalo. Después se ofreció para acompañar a Jacob, pero este fue prudente y rehusó. Tampoco aceptó la proposición de Esaú de poner a algunos de sus hombres a su disposición, quizás como protección. Luego, Esaú y sus hombres partieron y regresaron a Seír. El registro bíblico dice que unos veintitrés años más tarde, cuando murió Isaac, Esaú y Jacob lo enterraron. (Gé 32:6, 7, 10-15; 33:1-3, 8, 9, 11-16; 35:29.)
Principios divinos destacados. La personalidad de Esaú muestra con claridad que la selección de Jacob como antepasado de la descendencia prometida no fue una elección arbitraria ni una muestra de favoritismo irrazonable de parte de Jehová Dios. La falta de aprecio de Esaú por las cosas espirituales y su marcada tendencia a satisfacer los deseos carnales no lo hicieron merecedor de figurar en la línea directa de la descendencia prometida. Por estos motivos Jehová dijo mediante su profeta Malaquías: “Pero yo amé a Jacob, y a Esaú lo he odiado”. Además, Esaú no aparece entre la nube de testigos fieles incluidos en el capítulo 11 de Hebreos, donde Pablo dice: “Por fe Abrahán [...] moró en tiendas con Isaac y Jacob, herederos con él de la mismísima promesa”. (Mal 1:2, 3; Heb 11:8, 9; 12:1.)
El que Jehová pasara por alto a Esaú y eligiera a Jacob muestra que Su selección no depende de los dictados del hombre. El apóstol Pablo utiliza este incidente como ilustración de que los verdaderos hijos de Abrahán no son necesariamente los de la descendencia carnal, ni aquellos que dependen de sus propias obras, sino los que tienen la fe de Abrahán. (Ro 9:6-12.)
Esaú se presenta a los cristianos como ejemplo amonestador para que no lleguen a ser culpables, como lo fue este hombre materialista, de falta de aprecio por las cosas sagradas o espirituales. (Heb 12:16.) Edom era el sobrenombre que recibió Esaú, el hermano gemelo de Jacob, debido a que vendió su primogenitura por un guisado rojo. (Gé 36:1; 25:30-34.)
El único ángel, aparte de Miguel, mencionado por nombre en la Biblia, y, asimismo, el único ángel materializado que da a conocer su nombre. Gabriel se apareció dos veces a Daniel: la primera, cerca del río Ulai, “en el tercer año de la gobernación real de Belsasar”, para explicar la visión de Daniel acerca del macho cabrío y del carnero (Da 8:1, 15-26); y la segunda, “en el primer año de Darío” el medo, para pronunciar la profecía concerniente a las “setenta semanas”. (Da 9:1, 20-27.) A Zacarías, el sacerdote, Gabriel le llevó la buena nueva de que él y su esposa Elisabet, que ya era de edad avanzada, tendrían un hijo: Juan (el Bautista). (Lu 1:11-20.) De igual manera, Gabriel le dijo a María, la joven virgen prometida a José: “Buenos días, altamente favorecida, Jehová está contigo”. A continuación, le anunció que daría a luz un hijo, Jesús, que ‘sería llamado Hijo del Altísimo; y Jehová Dios le daría el trono de David su padre, y de su reino no habría fin’. (Lu 1:26-38.)
El registro bíblico muestra que Gabriel es una criatura angélica de alto rango estrechamente relacionada con la corte celestial, alguien ‘que está de pie cerca y delante de Dios’, y a quien Dios ‘envió’ para pronunciar mensajes especiales a los siervos de Jehová aquí en la Tierra. (Lu 1:19, 26.) Su apariencia personal, en visión o materializado, respondía al significado de su nombre: “Como un hombre físicamente capacitado”. (Da 8:15.)
1. Gómer, Nieto de Noé y primer hijo de Jafet.
1. Gómer, Nieto de Noé y primer hijo de Jafet mencionado por nombre; nació después del Diluvio. (Gé 10:1, 2; 1Cr 1:4, 5.) Él y sus hijos —Askenaz, Rifat y Togarmá— aparecen entre “las familias de los hijos de Noé según sus descendencias familiares”; de estas familias se esparcirían las naciones. (Gé 10:3, 32.)
La nación que descendió de Gómer se relaciona históricamente con los antiguos cimerios, una raza aria que se estableció en la región que se halla al N. del mar Negro. En el siglo VIII a. E.C., durante el reinado del rey asirio Sargón, los escitas forzaron a estos antiguos cimerios a cruzar el Cáucaso (la zona montañosa que está entre el mar Negro y el mar Caspio). En su recorrido, los cimerios penetraron por la parte oriental de Asia Menor y atacaron el reino de Urartu (Ararat). El nombre griego para Capadocia, Gamirk`, posiblemente refleje esta invasión. Pero enfrentados al potente Imperio asirio en la zona oriental, los cimerios se extendieron hacia el O., lo que les llevó a luchar contra los frigios y lidios. Finalmente, el rey Alyates, antepasado de Creso, los expulsó de Lidia.
En la profecía de Ezequiel concerniente al ataque de “Gog de la tierra de Magog” contra el pueblo reunido de Jehová (una profecía que terminó de escribirse hacia 591 a. E.C.), “Gómer y todas sus partidas” aparecen entre las fuerzas de Gog, junto con Togarmá “de las partes más remotas del norte, y todas sus partidas”. (Eze 38:2-8; véanse GOG núm. 2; MAGOG núm. 2.)
2. Gómer,
La hija de Diblaim que llegó a ser esposa de Oseas en armonía con las instrucciones que Jehová dio a este profeta. (Os 1:2, 3.) Posteriormente Gómer dio a luz tres hijos, cuyos significativos nombres fueron empleados por Dios para predecir los resultados desastrosos del adulterio espiritual de Israel al caer en la idolatría. Cuando se relata el nacimiento del primer hijo, llamado Jezreel, el registro dice que Gómer “le dio a luz [a Oseas] un hijo”; sin embargo, al referir los nacimientos de los dos hijos que le siguieron, no se dice que el profeta fuera el padre, y esta ha sido la base para considerar que probablemente eran ilegítimos. (Os 1:3-9.) Al parecer, los versículos 1-3 del capítulo 3 narran la vuelta de Gómer al profeta después de su adulterio. Oseas la compra como si fuera una esclava, ilustrando de este modo que Dios recibiría de nuevo a Israel sobre la base de su arrepentimiento.
Árabe que junto con Sanbalat y Tobías se opuso a que Nehemías reedificara el muro de Jerusalén. Estos enemigos primero se burlaron de Nehemías y sus colaboradores (Ne 2:19) y más tarde conspiraron y urdieron un complot contra él aunque sin resultado. (Ne 6:1-4.) Finalmente, Sanbalat le envió una carta en la que le comunicaba la acusación de Guésem, según la cual Nehemías y los judíos tramaban rebelarse y el propio Nehemías iba a hacerse rey. No obstante, volvieron a fracasar. (Ne 6:5-7.) El que Sanbalat mencionara a Guésem en la carta parece indicar que era un hombre de influencia. Se ha podido constatar que la corte persa y las tribus árabes disfrutaron de buenas relaciones después de la invasión persa de Egipto.
El nombre Gasmu, una forma dialectal de Guésem, se menciona en una inscripción hallada en la antigua Dedán, al N. de Arabia. Por otra parte, el nombre Guésem aparece en una inscripción en arameo que estaba en un tazón de plata hallado en Egipto. El texto dice: “Lo-que Qainu bar Guésem, rey de Quedar, trajo-como-ofrenda a [la diosa] han-’Ilat”. (Journal of Near Eastern Studies, 1956, vol. 15, pág. 2.)
Nieto de Caín y antepasado del bígamo Lamec, de Jabal y de Tubal-caín. (Gé 4:17-23.)
El único hijo de Abrahán y de su esposa Sara. Por lo tanto, un eslabón fundamental en la línea de descendencia que conducía a Cristo. (1Cr 1:28, 34; Mt 1:1, 2; Lu 3:34.) Isaac fue destetado aproximadamente a los cinco años, y estuvo a punto de ser ofrecido en sacrificio quizás cuando tenía veinticinco; se casó a los cuarenta años, llegó a ser padre de hijos gemelos a los sesenta y murió cuando contaba ciento ochenta años. (Gé 21:2-8; Gé 22:2; Gé 25:20, 26; Gé 35:28.)
El nacimiento de Isaac ocurrió en circunstancias excepcionales. Tanto su padre como su madre eran muy ancianos, y hacía mucho tiempo que le había cesado la menstruación a su madre. (Gé 18:11.) Por lo tanto, cuando Dios le dijo a Abrahán que Sara daría a luz un hijo, él se rió ante esa perspectiva, y dijo: “¿A un hombre de cien años de edad le nacerá un hijo, y Sara, sí, una mujer de noventa años de edad, dará a luz?”. (Gé 17:17.) Cuando Sara supo lo que iba a ocurrir, también se rió. (Véase Risa.) Al año siguiente, “al tiempo señalado”, nació el niño, demostrando que ninguna cosa es “demasiado extraordinaria para Jehová”. (Gé 18:9-15.) Sara exclamó: “Dios me ha preparado risa”, y añadió: “Todo el que oiga de ello se reirá de mí”. Por consiguiente, en atención a lo que Jehová había dicho, se llamó al muchacho Isaac, que significa “Risa”. (Gé 21:1-7; Gé 17:19.)
Siendo de la casa de Abrahán y heredero de las promesas, Isaac fue circuncidado al octavo día, como era preceptivo. (Gé 17:9-14, 19; Gé 21:4; Hch 7:8; Gál 4:28.)
¿Qué edad tenía Isaac cuando fue destetado? El día que Isaac fue destetado, Abrahán preparó una gran fiesta, y parece ser que en esa ocasión Sara se dio cuenta de que Ismael “se burlaba” de su medio hermano más joven, Isaac. (Gé 21:8, 9.) Algunas traducciones (CB; ENN, 1988; LT) dicen que Ismael solo estaba “jugando” con Isaac, es decir, en el sentido de un juego de niños. Sin embargo, la palabra hebrea tsa·jáq también puede tener una connotación ofensiva. Por ello, en otros textos donde aparece esta misma palabra (Gé 19:14; 39:14, 17) esas versiones la traducen “bromear”, “reírse de”, “burlarse” y “abusar”.
En algunos targumes, así como en la Peshitta siriaca, la referencia al comportamiento de Ismael que aparece en Génesis 21:9 tiene el sentido de “mofa”. El Commentary de Cook señala respecto a tsa·jáq: “En este pasaje probablemente signifique ‘risa burlesca’, como por lo general se ha venido creyendo. Así como Abrahán rió de alegría y Sara de incredulidad, la risa de Ismael dio a entender burla, probablemente alentada por un espíritu perseguidor y tiránico”. El apóstol inspirado Pablo clarifica el asunto mostrando que el trato de Ismael a Isaac fue aflicción, persecución, no un juego de niños. (Gál 4:29.) En vista de la insistencia de Sara, registrada en el siguiente versículo (Gé 21:10) —“El hijo de esta esclava no va a ser heredero con mi hijo, con Isaac”—, ciertos comentaristas opinan que Ismael (catorce años mayor que Isaac) quizás disputaba y escarnecía a Isaac con respecto al derecho de heredero.
Jehová le había dicho a Abrahán que, como residentes forasteros, su descendencia sería afligida por cuatrocientos años, aflicción que finalizó con la liberación de Israel de Egipto en el año 1513 a. E.C. (Gé 15:13; Hch 7:6.) Cuatrocientos años atrás llevarían a 1913 a. E.C., cuando debió empezar esa aflicción. Por consiguiente, esto también apunta a 1913 como el año en que se destetó a Isaac, puesto que el relato sitúa en el mismo tiempo los dos acontecimientos, el destete y el maltrato de Ismael. Esto significa que Isaac tenía unos cinco años cuando se le destetó, pues había nacido en el año 1918 a. E.C. Dicho sea de paso, su nacimiento marcó el principio de los cuatrocientos cincuenta años mencionados en Hechos 13:17-20, período que finalizó en 1467 a. E.C., cuando concluyó la campaña de Josué en Canaán y la tierra se distribuyó entre las diversas tribus.
Actualmente, cuando tantas mujeres en el mundo occidental rehúsan amamantar a sus hijos o solo los amamantan entre seis y nueve meses, un período de cinco años puede parecer inconcebiblemente largo. Pero el Dr. D. B. Jelliffe informa que en muchas partes del mundo no se desteta a los niños hasta que tienen un año y medio o dos años, y en Arabia es costumbre que una madre amamante a sus hijos entre trece y treinta y dos meses. Hablando desde un punto de vista médico, la lactancia puede continuar hasta por algunos meses después del siguiente embarazo. (Infant Nutrition in the Subtropics and Tropics, Ginebra, 1968, pág. 38.)
En la Europa medieval, la edad promedio para el destete era los dos años, y en el tiempo de los macabeos (siglos I y II a. E.C.) las mujeres amamantaban a sus hijos durante tres años. (2 Macabeos 7:27.) Hace cuatro mil años, cuando las personas vivían una vida sin prisas y no existía la presión del día moderno ni la necesidad de intentar hacer mucho durante una vida reducida, es fácil entender por qué Sara pudo haber amamantado a Isaac durante cinco años. Además, era su único hijo después de muchos años de esterilidad.
Dispuesto a ser sacrificado. Después que se destetó a Isaac, no se dice nada más acerca de su niñez. La próxima vez que llegamos a saber de él es cuando Dios le dijo a su padre Abrahán: “Toma, por favor, a tu hijo, a tu hijo único a quien amas tanto, a Isaac, y haz un viaje a la tierra de Moria, y allí ofrécelo como ofrenda quemada”. (Gé 22:1, 2.) Después de un viaje de tres días, llegaron al lugar escogido por Dios. Isaac transportó la leña; su padre, el fuego y el cuchillo de degüello. “¿Pero dónde está la oveja para la ofrenda quemada?”, preguntó Isaac. “Dios se proveerá la oveja”, fue la respuesta. (Gé 22:3-8, 14.)
Cuando llegaron al lugar, levantaron un altar y colocaron la leña. Luego Isaac fue atado de pies y manos y puesto sobre la leña. Abrahán alzó el cuchillo, pero el ángel de Jehová le detuvo la mano. Abrahán no se había equivocado al poner su fe en Jehová: Dios le proveyó un carnero, que encontraron prendido en un matorral de la montaña y que podía ofrecer como ofrenda quemada en lugar de Isaac. (Gé 22:9-14.) Así pues, Abrahán estimó “que Dios podía levantarlo hasta de entre los muertos”, y, “a manera de ilustración”, recibió a Isaac de entre los muertos. (Heb 11:17-19.)
Este episodio dramático no solo demostró la fe y obediencia de Abrahán, sino también la de su hijo Isaac. Según la tradición judía que Josefo registró, Isaac tenía veinticinco años de edad para ese tiempo. Sea como fuere, tenía suficiente edad y fuerza como para transportar una cantidad considerable de leña subiendo una montaña. De modo que si hubiese decidido rebelarse contra los mandatos de Jehová, podía haber resistido a su padre, que ya contaba ciento veinticinco años de edad, cuando llegó el momento de que le atara. (Antigüedades Judías, libro I, cap. XIII, sec. 2.) Pero Isaac fue sumiso y permitió que se le ofreciese como sacrificio en armonía con la voluntad de Dios. Debido a esta demostración de fe de Abrahán, Jehová repitió y amplió el pacto que había hecho con él, pacto que después de su muerte revalidó con su hijo Isaac. (Gé 22:15-18; Gé 26:1-5; Ro 9:7; Snt 2:21.)
Más importante aún, allí se representó un gran cuadro profético de cómo Cristo Jesús, el Isaac Mayor, a su debido tiempo ofrecería voluntariamente su vida humana como Cordero de Dios para la salvación de la humanidad. (Jn 1:29, 36; Jn 3:16.)
Matrimonio y familia. Después de la muerte de la madre de Isaac, su padre llegó a la conclusión de que era el momento de que su hijo se casara. Sin embargo, Abrahán estaba resuelto a que no fuese con una cananea pagana. Por lo tanto, de acuerdo con las costumbres de la sociedad patriarcal, envió a su fiel sirviente a los parientes que vivían en Mesopotamia con el fin de escoger una mujer de origen semita que también adorase a Jehová, el Dios de Abrahán. (Gé 24:1-9.)
La misión no pudo menos que tener éxito, puesto que desde el mismo principio la selección se colocó en las manos de Jehová. La escogida por Jehová resultó ser Rebeca, la prima de Isaac, quien dejó voluntariamente a su familia y demás parientes para regresar con la caravana a la tierra del Négueb, donde vivía Isaac. El relato cuenta del primer encuentro de Isaac y Rebeca, y pasa a decir: “Después Isaac la introdujo en la tienda de Sara su madre. Así tomó a Rebeca, y ella llegó a ser su esposa; y él se enamoró de ella, e Isaac halló consuelo después de la pérdida de su madre”. (Gé 24:10-67.) Isaac tenía cuarenta años, así que el matrimonio se celebró en 1878 a. E.C. (Gé 25:20.)
La historia de Isaac nos revela que Rebeca fue estéril durante veinte años. Esto le proporcionó a Isaac la oportunidad de demostrar, al igual que su padre, la fe que tenía en la promesa de Jehová de bendecir a todas las familias de la Tierra por medio de una descendencia que todavía no había nacido, fe que demostró rogando continuamente a Jehová que le diera un hijo. (Gé 25:19-21.) Como sucedió en su propio caso, de nuevo se vio que la descendencia prometida no vendría por medio del curso natural de los acontecimientos, sino solo mediante la intervención de Jehová con su poder. (Jos 24:3, 4.) Finalmente, en el año 1858 a. E.C., cuando Isaac tenía sesenta años, recibió la doble bendición de tener gemelos: Esaú y Jacob. (Gé 25:22-26.)
Debido a que hubo un hambre, Isaac trasladó a su familia a Guerar, en territorio filisteo, ya que Dios le había dicho que no bajase a Egipto. En esta ocasión Jehová confirmó su propósito de cumplir la promesa abrahámica por medio de Isaac, al decirle también: “Ciertamente multiplicaré tu descendencia como las estrellas de los cielos y verdaderamente daré a tu descendencia todas estas tierras; y por medio de tu descendencia ciertamente se bendecirán todas las naciones de la tierra”. (Gé 26:1-6; Sl 105:8, 9.)
En este territorio filisteo, no demasiado amigable, Isaac, al igual que su padre Abrahán, se valió de la estrategia al decir que su esposa era su hermana. Después de un tiempo, la bendición de Jehová sobre Isaac llegó a ser fuente de envidia para los filisteos, por lo que se le hizo necesario trasladarse primero al valle torrencial de Guerar, y luego a Beer-seba, en el límite de la árida región del Négueb. Mientras estaba allí, los filisteos, anteriormente hostiles, fueron buscando “un juramento de obligación” o un tratado de paz con Isaac, puesto que, como reconocieron, “tú ahora eres el bendito de Jehová”. Los hombres de Isaac hallaron agua en ese lugar, e Isaac lo llamó Sibá. “Por eso el nombre de la ciudad es Beer-seba [que significa “Pozo del Juramento”, o: “Pozo de Siete”], hasta el día de hoy.” (Gé 26:7-33.)
Isaac siempre le había tenido cariño a su hijo Esaú debido a que le gustaba vivir al aire libre, era un hombre de campo y amante de la caza, y eso para Isaac “significaba caza en su boca”. (Gé 25:28.) Por lo tanto, cuando ya le fallaba la vista y se daba cuenta de que no le quedaba mucho tiempo de vida, se preparó para dar a Esaú la bendición reservada al primogénito. (Gé 27:1-4.) No se sabe si ignoraba que Esaú había vendido su primogenitura a su hermano Jacob y si no recordaba el decreto que Dios había dado al nacer los dos muchachos: “El mayor servirá al menor”. (Gé 25:23, 29-34.) En cualquier caso, Jehová sí lo recordaba, y Rebeca también, por lo que ella rápidamente dispuso las cosas para que Jacob recibiese la bendición. Cuando Isaac se enteró de la treta que se había llevado a cabo, rehusó cambiar lo que sin duda era la voluntad de Jehová en este asunto. También profetizó que Esaú y sus descendientes residirían lejos de los campos fértiles, vivirían por la espada y finalmente romperían de sobre sus cuellos el yugo de servidumbre a Jacob. (Gé 27:5-40; Ro 9:10-13.)
Después Isaac envió a Jacob a Padán-aram para asegurarse de que no se casase con una cananea, como había hecho su hermano Esaú lo que había causado mucha vejación a sus padres. Cuando Jacob regresó muchos años más tarde, Isaac residía en Quiryat-arbá, es decir, Hebrón, en la región montañosa. En 1738 a. E.C., el año antes de que su nieto José fuese nombrado primer ministro de Egipto, murió Isaac a la edad de ciento ochenta años, “viejo y satisfecho de días”. Se le enterró en la misma cueva de Macpelá donde habían sido enterrados sus padres y su esposa, y donde más tarde se enterró a su hijo Jacob. (Gé 26:34, 35; Gé 27:46; Gé 28:1-5; Gé 35:27-29; 49:29-32.)
El significado de otras referencias a Isaac. Por toda la Biblia se menciona a Isaac docenas de veces en la expresión ‘Abrahán, Isaac y Jacob’. A veces la frase indica que Jehová era el Dios que estos patriarcas adoraban y servían. (Éx 3:6, 16; Éx 4:5; Mt 22:32; Hch 3:13.) En otras ocasiones se hace referencia al pacto que Jehová celebró con ellos. (Éx 2:24; Dt 29:13; 2Re 13:23.) Jesús también usó esta expresión de una forma ilustrativa. (Mt 8:11.) En una ocasión se menciona a Isaac, el antepasado patriarcal, junto con sus descendientes, la nación de Israel, en un paralelismo hebraico. (Am 7:9, 16.)
Isaac, en tanto descendencia de Abrahán, prefiguraba a Cristo, por medio de quien vendrían las bendiciones eternas. Tal como está escrito: “Ahora bien, las promesas se hablaron a Abrahán y a su descendencia. No dice: ‘Y a descendencias’, como si se tratara de muchos, sino como tratándose de uno solo: ‘Y a tu descendencia’, que es Cristo”. Y por extensión, Isaac fue también una prefiguración de aquellos que “pertenecen a Cristo”, que “realmente son descendencia de Abrahán, herederos respecto a una promesa”. (Gál 3:16, 29.) Además, Isaac e Ismael, junto con sus respectivas madres, “quedan como un drama simbólico”. Mientras que el Israel natural “nació a la manera de la carne”, como Ismael, los que componen el Israel espiritual “[son] hijos pertenecientes a la promesa, así como Isaac lo fue”. (Gál 4:21-31.)
A Isaac también se le menciona entre la “tan grande nube de testigos que nos cerca”, puesto que también estaba entre aquellos que “[esperaban] la ciudad que tiene fundamentos verdaderos, cuyo edificador y hacedor es Dios”. (Heb 12:1; 11:9, 10, 13-16, 20.)
Descendiente de Caín; era hijo de Lamec y de su primera esposa, Adá. (Gé 4:17, 19, 20.) “Resultó fundador de los que moran en tiendas y tienen ganado.” Jabal no fue el primer pastor, pues Abel ya lo había sido anteriormente, pero debió dar comienzo a la ganadería trashumante como medio de subsistencia. Quizás inventó las tiendas de campaña, que se podían trasladar de un lugar a otro con mucha mayor facilidad que otro tipo de moradas cuando se agotaban los pastos.
Hombre que tal vez se opuso a la propuesta de Esdras de que los israelitas despidiesen a sus esposas extranjeras y los hijos que habían tenido con ellas; era hijo de Tiqvá. (Esd 10:3, 10, 11, 15.) Se ha mencionado, sin embargo, que Jahzeya y Jonatán no se resistieron a la exhortación de Esdras, sino a la manera de llevarla a cabo. Por otra parte, según la Versión de los Setenta griega y la Vulgata latina, Jahzeya y los que estaban con él no se opusieron a Esdras, sino que cooperaron con él. Por lo tanto, otra posible traducción de Esdras 10:15 podría ser que Jonatán y Jahzeya “fueron los que obraron de modo representativo en favor de esto” (NM, nota; véanse también Alba; BR; Scío; TA; Val, 1909).
Personaje que vivió en la tierra de Uz, ubicada en lo que hoy se conoce como Arabia. (Job 1:1.) Dios dijo de él: “No hay ninguno como él en la tierra, un hombre sin culpa y recto, temeroso de Dios y apartado del mal”. (Job 1:8.) Esto indicaría que Job vivió en Uz más o menos durante el tiempo en que sus primos lejanos, las doce tribus de Israel, se hallaban en esclavitud en la tierra de Egipto. Para ese entonces, José, el hijo de Jacob (Israel), había muerto (1657 a. E.C.) tras haber aguantado injustamente mucho sufrimiento, pese a lo cual permaneció sin culpa ante Jehová Dios. Moisés aún no había surgido como profeta de Jehová para sacar a las doce tribus de Israel de la esclavitud de Egipto. Entre la muerte de José bisnieto de Abrahán y el tiempo en que Moisés demuestra por su conducta su inculpabilidad y rectitud, ningún otro ser humano manifestó una integridad semejante a la de Job. Probablemente fue durante este período cuando tuvieron lugar las conversaciones sobre Job entre Jehová y Satanás. (Job 1:6-12; 2:1-7.)
Por lo general el relato de las experiencias de Job se atribuye a Moisés. Él pudo haber sabido de Job durante los cuarenta años que pasó en Madián, y pudo haber oído de los últimos años de su vida, así como de su muerte, cuando Israel estaba cerca de Uz, hacia el fin del período que pasó en el desierto. Si Moisés terminó la escritura del libro de Job hacia el tiempo en que Israel entró en la Tierra Prometida, en 1473 a. E.C. (probablemente poco después de la muerte de Job), la prueba de Job se situaría alrededor de 1613 a. E.C., pues Job vivió otros ciento cuarenta años. (Job 42:16, 17.)
Job era pariente de Abrahán y, al igual que él, descendiente de Sem. Aunque no era israelita, adoraba a Jehová. Era “el más grande de todos los orientales” y poseía abundantes riquezas. Su familia la componían su esposa, siete hijos y tres hijas. (Job 1:1-3.) Ofició de sacerdote para su familia y presentó sacrificios a Dios a favor de ella. (Job 1:4, 5.)
Job era un hombre de gran prestigio en la puerta de la ciudad, respetado por ancianos y príncipes. (Job 29:5-11.) Juzgaba con imparcialidad, hacía justicia en defensa de las viudas y era como un padre para el huérfano, el afligido y cualquiera que no tuviera quien le ayudara. (Job 29:12-17.) Se mantuvo limpio de inmoralidad, materialismo codicioso e idolatría, y era generoso con los pobres y necesitados. (Job 31:9-28.)
La integridad de Job. Satanás desafió la integridad de Job, pero Jehová, que confiaba en su integridad y era consciente de que podía restablecerlo y recompensarlo, permitió que Satanás lo probase hasta el límite, sin dejar que lo matase. Pese a que por diversos métodos, Satanás primero le quitó el ganado y los servidores y después sus hijos (Job 1:13-19), Job nunca acusó a Dios de desatino o maldad. Tampoco se apartó de Dios, aun cuando su propia esposa y otros le presionaron para que lo hiciese. (Job 1:20-22; Job 2:9, 10.) Habló la verdad respecto a Dios. (Job 42:8.) Aceptó la reprensión por conceder demasiada importancia a declararse justo a sí mismo y descuidar la vindicación de Jehová (Job 32:2), y reconoció sus pecados ante Dios. (Job 42:1-6.)
Jehová amó a Job. Al final de la prueba que Job afrontó tan fielmente, Dios lo utilizó como sacerdote en beneficio de los tres compañeros que habían contendido contra él y le volvió a poner en su condición anterior. De nuevo tuvo una buena familia (al parecer por medio de la misma esposa) y llegó a tener el doble de las riquezas que había poseído antes. Todos sus familiares y anteriores amigos volvieron para honrarle y le llevaron regalos. (Job 42:7-15.) Vivió para ver a sus hijos y nietos hasta cuatro generaciones. (Job 42:16.)
En el libro de Ezequiel Dios distingue a Job como ejemplo de rectitud. (Eze 14:14, 20.) Su paciencia y aguante frente al sufrimiento son un modelo para los cristianos, y el resultado feliz que él experimentó realza el afecto y la misericordia de Jehová. (Snt 5:11.) El relato de su penosa experiencia proporciona gran consuelo y fortaleza a los cristianos, y en el libro que lleva su nombre se destacan y aclaran muchos principios bíblicos.
Hijo del fiel profeta Enoc, padre de Lamec y abuelo de Noé. (Gé 5:21-29; 1Cr 1:1-4; Jud 14, 15.) Descendió de Adán por la línea de Set y perteneció a la octava generación humana. (Lu 3:37, 38.) Disfrutó de una vida de novecientos sesenta y nueve años, la más larga del registro bíblico, y por este motivo ha llegado a ser proverbial. Murió en 2370 a. E.C., el año en el que empezó el Diluvio. Pero las Escrituras dicen que Matusalén “murió”, no que pereció en el Diluvio como resultado de la ejecución divina. (Gé 5:27)
¿Por qué Matusalén fue el hombre más longevo?
En el capítulo 5 del Génesis la Biblia nos relata que antes del Diluvio los hombres vivían cientos de años. De todos estos, sobresale sin duda el nombre de Matusalén, pues es el hombre que más años vivió en la Biblia (y en el mundo): 969 años (Ge 5:27). Pero, ¿cómo fue que Matusalén vivió tantos años? ¿Tiene algún significado para nosotros? Pues bien, en la Biblia ningún dato está ahí por casualidad. El hecho de que Matusalén haya vivido tantos años tuvo un significado profético para los tiempos de Noé y también tiene uno para nuestros días. En hebreo "Matusalén" se traduce literalmente "cuando él muera será enviado". Su nombre, por lo tanto, nos indica que a su muerte sería enviado algo. ¿Qué sería enviado? El contexto nos indica que sería el Diluvio. Es impresionante, pero su nombre profetizaba que a su muerte comenzaría el Diluvio. Y si hacemos el cálculo, la profecía se cumplió porque ¡el Diluvio comenzó el año en que murió Matusalén! Entonces, ¿qué significa que Matusalén haya vivido tantos años? La respuesta es obvia. Si la muerte de Matusalén marcaba el comienzo del Diluvio y como Dios quería darle el tiempo suficiente al hombre para que se arrepintiera, entonces alargó la vida de Matusalén al máximo para aplazar el castigo sobre la Tierra. Mientras más años vivía Matusalén más años tenían para escapar del Diluvio. Era el tiempo que el hombre podría haber aprovechado y Dios esperó con paciencia (1Pe 3:20). Sin embargo, este tiempo terminó en algún momento. Matusalén murió y con ello terminó el tiempo que Dios esperó por la humanidad. Dios dio suficiente tiempo a través de la vida de Matusalén, pues vivió 969 años, el hombre más longevo de la historia. Pues bien, Jesús dijo que los tiempos finales serían como los de Noé (Mt 24:37). Matusalén representa en nuestros días el "tiempo de gracia", el período donde Dios espera por la humanidad para que se arrepienta y pongan fe en su Palabra antes que comiencen los juicios sobre la Tierra. Así como Dios alargó la vida de Matusalén al máximo posible para que los hombres de aquel entonces se salvaran del Diluvio, así también está alargando este tiempo para que el hombre pueda salvarse de la Gran Tribulación. Muchos piensan que el juicio de Dios está tardando mucho en volver, pero es necesario ya que los juicios sobre la Tierra serán terribles y Dios está dando una oportunidad más a tu vida (2Pe 3:9.) |
Bisnieto de Caín. Fue el padre de Metusael y abuelo de Lamec (no del descendiente de Set). (Gé 4:17, 18.)
1. Mesec, Uno de los hijos que le nacieron a Jafet, hijo de Noé.
1. Mesec, Uno de los hijos que le nacieron a Jafet, hijo de Noé, después del Diluvio. (Gé 10:2; 1Cr 1:5.) Debieron recibir ese nombre sus descendientes y la tierra donde se establecieron. El profeta Ezequiel a menudo menciona juntos a Mesec y Tubal, e indica que estaban al N. de Palestina. Se dice que exportaban esclavos y cobre a Tiro, que eran pueblos belicosos y que eran aliados o súbditos de ‘Gog de Magog’ en su cruel campaña profetizada contra “las montañas de Israel”. (Eze 27:13; 32:26; 38:2, 3; 39:1, 2.) Se menciona a Mesec aparte de Tubal en el Salmo 120:5, donde debe representar a un pueblo agresivo y bárbaro.
Unos mil años después del Diluvio comienzan las referencias a los musku en las inscripciones asirias. Los musku eran un pueblo que ocupaba una zona de Asia Menor al O. de Asiria. Los emperadores asirios Tiglat-piléser I, Tukulti-Ninurta II, Asurnasirpal II y Sargón hacen referencia a conflictos con ellos. El hecho de que a los musku se les mencione con frecuencia junto a los tabali (probablemente el Tubal de la Biblia) apoya la opinión de que el nombre musku se deriva de Mesec. Posteriormente Heródoto (Historia, III, 94) se refiere a los moscos y los tibarenos del mismo modo.
Muchos eruditos indican que ha de relacionarse a los musku con los frigios, que al parecer dominaron gran parte del centro y el occidente de Asia Menor hacia el fin del II milenio a. E.C. Algunos investigadores creen que el rey Mita de Muski, mencionado por el emperador asirio Sargón, es el rey Midas de Frigia, que gobernó durante el mismo período según la tradición griega.
2. Mesec - (Mas) El texto masorético incluye a Mesec en la descendencia de Sem en 1 Crónicas 1:17. Sin embargo, la genealogía correspondiente registrada en Génesis 10:23 lee “Mas”.
1. Nadab, Primogénito de Aarón y Eliseba.
1. Nadab,
Primogénito de Aarón y Eliseba. (Éx 6:23; 1Cr 6:3.) Nació en Egipto y realizó el gran éxodo con Israel. Junto con Abihú —el hermano que le seguía en edad—, Aarón, Moisés y otros 70 israelitas, se le llamó para subir al Sinaí, donde contempló a Jehová en una visión. (Éx 24:1, 9-11.) Se le nombró sacerdote junto con su padre y sus tres hermanos (Éx 28:1; 40:12-16), pero transcurrido un mes, Nadab y Abihú abusaron de su cargo al ofrecer fuego ilegítimo. No se especifica qué hacía que ese fuego fuera ilegítimo, pero probablemente hubiera en juego algo más que el que estuvieran ebrios (situación que parece desprenderse de la subsiguiente prohibición de que los sacerdotes bebieran vino o licor mientras desempeñaban sus tareas). No obstante, la embriaguez pudo haber contribuido a la comisión del mal. Debido a su transgresión, el fuego procedente de Jehová los aniquiló, y se llevaron sus cuerpos fuera del campamento. (Le 10:1-11; Nú 26:60, 61.) Nadab y Abihú murieron antes de dejar descendencia, y por eso Eleazar e Itamar fueron los que dieron origen a las dos casas sacerdotales. (Nú 3:2, 4; 1Cr 24:1, 2.)
★“Debemos amar a Jehová sobre nuestra familia” - (12-2020-Pg.2/91-Foto)
★¿Por qué se indignó Moisés con Eleazar e Itamar? - (15-2-2011-Pg.12)
2. Nadab, Descendiente de Judá por la línea de Jerahmeel. Hijo de Samai y padre de Séled y Apaim. (1Cr 2:3, 25, 26, 28, 30.)
3. Nadab, Hijo de Jeiel de la tribu de Benjamín. (1Cr 8:1, 29, 30; 9:35, 36.)
4. Nadab, Hijo de Jeroboán. El segundo rey del reino septentrional de diez tribus de Israel. La gobernación de Nadab, que comenzó en 976 a. E.C. aproximadamente, no duró dos años completos, durante los que continuó la adoración de becerros instituida por su padre. Mientras Nadab sitiaba Guibetón, anteriormente una ciudad levita (Jos 21:20, 23) que habían tomado los filisteos, Baasá lo asesinó, y luego mató a los restantes miembros de la casa de Jeroboán para apoderarse del trono. (1Re 14:20; 15:25-31.)
Horonita (que significa residente de Bet-horón o de Horonaim) que se opuso a los esfuerzos de Nehemías por restaurar el muro de Jerusalén. (Ne 2:10.) Se cree que es el Sanbalat que se menciona en un papiro hallado en Elefantina (Egipto), donde se le identifica como el gobernador de Samaria y el padre de Delayá y Selemías.
Sanbalat, Tobías y Guésem se burlaron de los judíos y los acusaron de rebelarse contra el rey de Persia. (Ne 2:19; 4:1.) Como la obra de reparación progresaba, él y otros opositores conspiraron para luchar contra Jerusalén. Pero no tuvieron éxito, porque los judíos confiaron en Jehová y mantuvieron apostada una guardia. (Ne 4:7-9.) Después que se rellenaron las brechas en los muros de Jerusalén, Sanbalat y otros trataron repetidas veces de alejar a Nehemías de la ciudad. Cuando esto les falló, él y Tobías contrataron a un judío para asustar a Nehemías a fin de que se escondiese ilegalmente en el templo. Pero tampoco tuvieron éxito. (Ne 6:1-14.)
Posteriormente, cuando Nehemías regresó después de haberse ausentado de Jerusalén por un tiempo, halló que un nieto del sumo sacerdote Eliasib era yerno de Sanbalat, por lo que Nehemías lo expulsó. (Ne 13:6, 7, 28.)
★HORONITA
(De [Perteneciente a] Bet-horón o a Horonaim).
Sobrenombre de Sanbalat, uno de los opositores a la obra de Nehemías. (Ne 2:10, 19.) Algunos eruditos creen que Sanbalat puede haber sido originario de la ciudad moabita de Horonaim (Isa 15:5; Jer 48:3), y se apoyan en el hecho de que se le menciona junto a Tobías el ammonita y Guésem el árabe. Sin embargo, la opinión generalizada es que “horonita” probablemente se refiere a un nativo, o habitante, de Bet-horón. Tanto la Bet-horón Alta como la Baja estaban localizadas en el territorio asignado originalmente a Efraín. (Jos 16:1, 3, 5.)
1. Selomit, Danita hija de Dibrí. Al hijo que tuvo con su esposo egipcio se le dio muerte en el desierto por injuriar el nombre de Jehová. (Le 24:10-14, 23.)
2. Selomit, Levita qohatita de la familia de Izhar; también se le llama Selomot. (1Cr 23:12, 18; 24:22.)
3. Selomit, Levita descendiente de Eliezer, el hijo de Moisés, llamado también Selomot. (1Cr 26:25-28.)
4. Selomit, Hijo del rey Rehoboam de Judá y de su esposa favorita Maacá; hermano del rey Abías. (2Cr 11:20-23; 12:16.)
5. Selomit, Hija del gobernador Zorobabel. (1Cr 3:19.)
6. Selomit, Hijo de Josifías y cabeza de la casa paterna de Baní. Regresó a Jerusalén con Esdras acompañado de 160 varones. (Esd 8:1, 10.)
1. Selomot, Cabeza de una casa paterna descendiente de Guersón, el hijo de Leví. (1Cr 23:6, 7, 9.)
2. Selomot, Levita qohatita de la familia de Izhar; también se le conocía como Selomit. (1Cr 23:12, 18; 24:22.)
3. Selomot, Levita que descendía de Moisés por la línea de su hijo Eliezer. David los puso a él y a sus hermanos al cargo de los tesoros de las cosas santas, incluido el botín de guerra santificado que conseguían los israelitas. (1Cr 26:25-28.) También se le llamaba Selomit.
1. Simeón - (Simeonitas), Segundo de los doce hijos de Jacob.
1. Simeón - (Simeonitas) Segundo de los doce hijos de Jacob; se le llamó así debido a que su madre Lea dijo: “Jehová ha escuchado, por cuanto era odiada, y por eso me dio también este”. (Gé 29:32, 33; 35:23-26; 48:5; Éx 1:1-4; 1Cr 2:1, 2.)
Cuando su padre Jacob estaba acampado cerca de Siquem, Simeón y Leví, el hermano que le seguía en edad, se entregaron a la cólera, y, de manera arbitraria, contra toda razón y sin el conocimiento o autorización de su padre, vengaron con saña la honra de Dina, su hermana más joven, matando atrozmente a los siquemitas, lo que acarreó extrañamiento a toda la familia. (Gé 34:1-31.)
Simeón más tarde fue partícipe de una mala acción cuando planeó matar a José junto con sus hermanos. (Gé 37:12-28, 36.) No se dice si Simeón, como segundo hijo de Jacob, era o no el cabecilla en este complot contra la vida de José. Años más tarde, cuando José, entonces administrador de alimentos en Egipto, puso a prueba a sus hermanos, seleccionó a Simeón para que lo ataran y pusieran en prisión hasta que los otros hermanos llevasen a Benjamín a Egipto. (Gé. 42:14-24, 34-36; 43:15, 23.)
Poco antes de morir, cuando Jacob bendijo a sus hijos, recordó con desaprobación la violencia que habían demostrado muchos años antes Simeón y Leví con relación a los siquemitas, por lo que dijo: “Instrumentos de violencia son sus armas de degüello. En su grupo íntimo no entres, oh alma mía. Con su congregación no vayas a unirte, oh disposición mía, porque en su cólera mataron a hombres, y en su arbitrariedad desjarretaron toros. Maldita sea su cólera, porque es cruel, y su furor, porque actúa con dureza. Permítaseme distribuirlos en Jacob, y permítaseme esparcirlos en Israel”. (Gé 49:5-7.) Así Jacob descartó cualquier esperanza que Simeón hubiera podido abrigar de recibir la primogenitura que había perdido su hermano mayor Rubén. Simeón tuvo seis hijos, uno de una mujer cananea. Como se profetizó, las porciones asignadas a las tribus de Simeón y de Leví estaban ‘esparcidas’; la porción de Simeón estaba dividida en ciudades enclavadas en el territorio de Judá. (Gé 46:10; Éx 6:15; 1Cr 4:24; Jos 19:1.)
La tribu de Israel que provino de las familias de los seis hijos de Simeón: Jemuel, Jamín, Ohad, Jakín, Zóhar y Shaúl. (Gé 46:10; Éx 6:15.) también se le llamó Simeón.
★Simeonitas
(De [Pertenecientes a] Simeón).
Descendientes de Simeón, el segundo hijo de Jacob. Después de haber vagado cuarenta años por el desierto, solo había 22.200 simeonitas mayores de veinte años aptos para el ejército, lo que la convertía en la tribu más pequeña de las doce. Se dividían en cinco familias principales: nemuelitas, jaminitas, jakinitas, zerahítas y shaulitas. (Nú 25:14; 26:1, 2, 12-14; Jos 21:4; 1Cr 27:16.) Si había descendientes de un sexto hijo, Ohad, cuando se hizo este censo, probablemente eran muy pocos para que se les contara como una familia separada. (Gé 46:10; Éx 6:15.)
★¿En qué resultó la falta de autodominio de Simeón y Leví? - (15-6-2010-Pg.16-§7,8-Foto)
2. Simeón, La tribu de Israel que provino de las familias de los seis hijos de Simeón: Jemuel, Jamín, Ohad, Jakín, Zóhar y Shaúl. (Gé 46:10; Éx 6:15.) Durante el período en que Israel vagó por el desierto, Simeón acampaba con Rubén y Gad al S. del tabernáculo, y Rubén encabezaba esta división de tres tribus. Cuando estaban en marcha, se mantenía este mismo orden tribal, y Selumiel servía de principal de Simeón, tanto en el campamento como en el ejército. (Nú 1:4, 6; 2:10-15; 10:18-20.)
Reducción de la población tribal. Al tiempo del primer censo, realizado un año después del éxodo de Egipto, la tribu de Simeón ascendía a 59.300 hombres físicamente capacitados mayores de veinte años que eran aptos para servicio militar. (Nú 1:1-3, 22, 23.) Sin embargo, unos treinta y nueve años después, el segundo censo reveló que la tribu había sufrido grandes pérdidas, pues solo había 22.200 en la misma categoría. Esto equivalía a una disminución de más del 62%, mucho mayor que la que experimentó cualquier otra tribu. (Nú 26:1, 2, 12-14.)
Moisés no mencionó por nombre a Simeón en su bendición de despedida a Israel. Esto no significa que la tribu no fuese bendecida, pues se la incluyó al final en la bendición general. (Dt 33:6-24, 29.) Se nombró en primer lugar a Simeón entre las tribus asignadas para estar de pie en el monte Guerizim a fin de bendecir al pueblo. (Dt 27:11, 12.)
El tamaño reducido de la tribu de Simeón sin duda fue algo que se tuvo en cuenta cuando llegó el momento de asignar territorios individuales en la Tierra Prometida; a la tribu no se le dio una porción entera e independiente, sino ciudades incluidas dentro del territorio de Judá. De esta manera se cumplió la profecía que Jacob había pronunciado en su lecho de muerte más de doscientos años antes. (Nú 34:16-20; Jos 19:1-9; compárese con Gé 49:5-7.) Simeón participó con Judá en arrebatar este territorio de las manos de los cananeos. (Jue 1:1-3, 17.) También se apartaron enclaves en la herencia de Simeón para la tribu de Leví. (Jos 21:4, 9, 10; 1Cr 6:64, 65.)
Su mención en la historia bíblica posterior. Se mencionó a los simeonitas de vez en cuando en la historia posterior de Israel: en el tiempo de David (1Cr 4:24-31; 12:23, 25; 27:16), en los días de Asá (2Cr 15:8, 9) y en el tiempo de Josías. (2Cr 34:1-3, 6, 7.) Esta última referencia a las reformas de Josías muestra que si bien Simeón estaba geográficamente en el territorio de Judá, se puso de parte del reino septentrional tanto política como religiosamente. Parece que en los días de Ezequías 500 simeonitas derribaron a un resto de amalequitas y empezaron a morar en su lugar. (1Cr 4:41-43.)
En los libros proféticos de Ezequiel y Revelación, el nombre de Simeón aparece junto con los de las otras tribus de Israel. La franja de territorio asignada a Simeón en la distribución de la Tierra Prometida que Ezequiel vio en visión estaba entre la de Benjamín y la de Isacar, al S. de “la contribución santa”. Pero la puerta asignada a Simeón en el S. de la santa ciudad estaba con las que llevaban el nombre de Isacar y Zabulón. (Eze 48:21-25, 28, 33.) Simeón es la séptima tribu en la visión de los 144.000 sellados en Revelación capítulo 7. (Apo 7:7.)
Simeonitas
(De [Pertenecientes a] Simeón).
Descendientes de Simeón, el segundo hijo de Jacob. Después de haber vagado cuarenta años por el desierto, solo había 22.200 simeonitas mayores de veinte años aptos para el ejército, lo que la convertía en la tribu más pequeña de las doce. Se dividían en cinco familias principales: nemuelitas, jaminitas, jakinitas, zerahítas y shaulitas. (Nú 25:14; 26:1, 2, 12-14; Jos 21:4; 1Cr 27:16.) Si había descendientes de un sexto hijo, Ohad, cuando se hizo este censo, probablemente eran muy pocos para que se les contara como una familia separada. (Gé 46:10; Éx 6:15.)
3. Simeón, Anciano justo y reverente que vivía en Jerusalén y que entró en el templo el mismo día que José y María llevaron al niño Jesús. Dios le había revelado a Simeón que antes de su muerte vería al Cristo. Por lo tanto, tomó al niño en brazos, bendijo a Jehová y, bajo el poder del espíritu santo, le dijo a la madre del niño: “Este es puesto para la caída y el volver a levantarse de muchos en Israel”. También profetizó que María estaría sumamente afligida (como si le atravesara una espada) por la angustiosa muerte de su hijo. (Lu 2:22, 25-35.)
4. Simeón, Antepasado de María, la madre de Jesús. (Lu 3:30.)
1. Tiqvá, Suegro de la profetisa Huldá; era hijo de Harhás.
1. Tiqvá, Suegro de la profetisa Huldá; era hijo de Harhás. (2Re 22:14.) Según el texto masorético, su nombre se escribe Toqhat en 2 Crónicas 34:22.
2. Tiqvá, Padre de cierto Jahzeya que vivió en el tiempo de Esdras. (Esd 10:10, 11, 15.)
1. Togarmá, Hijo de Gómer, el hijo de Jafet.
1. Togarmá, Hijo de Gómer, el hijo de Jafet, y por lo tanto, bisnieto de Noé. (Gé 10:1-3; 1Cr 1:4-6.)
2. Togarmá,
Nombre que reciben los descendientes de Togarmá, el hijo de Gómer, así como la región que ocuparon. En la endecha que Ezequiel compuso con respecto a Tiro, se dice que Togarmá era el lugar del que Tiro obtenía “caballos y corceles y mulos” a cambio de ciertos artículos. (Eze 27:2, 14.) El mismo profeta incluye a Togarmá entre los aliados de Gog de Magog y ubica la región en “las partes más remotas del norte”. (Eze 38:6.)
Varios comentaristas relacionan Togarmá con los armenios. La propia tradición armenia asegura que descendieron de “Haik, hijo de Thorgom”. Según algunos escritores de la antigua Grecia, los armenios alcanzaron renombre por sus caballos y sus mulos.
Fundador de una familia israelita. Setecientos sesenta varones descendientes de Zacai regresaron del destierro babilonio en 537 a. E.C. (Esd 2:1, 2, 9; Ne 7:14.)