Profeta cristiano que bajó de Jerusalén a Antioquía de Siria junto con otros profetas, durante el año en que Pablo estuvo en esa ciudad.
Por medio del espíritu santo, predijo “que una gran hambre estaba para venir sobre toda la tierra habitada”. (Hch 11:27, 28.) Como indica el registro, la profecía se cumplió durante el reinado del emperador Claudio I (41-54 E.C.). El historiador judío Josefo (Antigüedades Judías, libro XX, cap. II, sec. 5; cap. V, sec. 2) hace alusión a esta “gran hambre”.
Hacia el fin del último viaje misional de Pablo (alrededor de 56 E.C.), Ágabo se encontró con él en Cesarea y profetizó gráficamente la futura detención del apóstol en Jerusalén, atándose las manos y los pies con el cinturón de aquel. (Hch 21:8-11.)
Hararita; padre de Samah, uno de los hombres poderosos de David. (2Sa 23:8, 11.)
Hijo de Benaya, el hombre fuerte de David que tenía a su cargo a los treinta hombres poderosos. Por encargo de su padre, Amizabad supervisaba el tercer grupo de servicio que ministraba al rey durante el tercer mes del año. (1Cr 27:5, 6.)
1. Aser, Octavo hijo de Jacob y segundo de los dos que tuvo con Zilpá.
1. Aser, Octavo hijo de Jacob y segundo de los dos que tuvo con Zilpá, la sierva de Lea. (Gé 35:26.) Así pues, en el sentido pleno de la palabra, su único hermano carnal era Gad. En 1 Crónicas 7:30 se mencionan sus cuatro hijos y su única hija, pero no se dice nada de su esposa. Aunque no se destacó entre los otros hijos de Jacob, en la profecía que su padre pronunció en su lecho de muerte, a Aser se le prometió una vida bendecida con abundancia de ricos alimentos (Gé 49:20), y la historia de sus descendientes demuestra que así fue.
2. Aser, Este nombre también aplica a la tribu que descendió de Aser. Un año después del éxodo de Egipto, la cantidad de varones adultos de dicha tribu ascendía a 41.500 (Nú 1:41), y unos treinta y nueve años más tarde había aumentado a 53.400, con lo que Aser se convirtió en la quinta tribu más populosa. (Nú 26:47.) En el campamento de Israel, Aser ocupaba la zona que quedaba al N. del tabernáculo, y a su lado acampaban las tribus de Dan y Neftalí. (Nú 2:25-30.)
La bendición profética que pronunció Moisés antes de la entrada en Canaán de nuevo auguró prosperidad para Aser. En sentido figurado, la tribu ‘mojaría su pie en aceite’. (Dt 33:24, 25; compárese con Job 29:6.) Su territorio asignado se extendía a lo largo de las llanuras costaneras del Mediterráneo, desde más abajo de la ciudad de Dor, al S. del monte Carmelo, hasta Sidón, el límite septentrional de Palestina. (Jos 17:7-11; 19:24-31.) Esto incluía parte de la tierra más fértil de todo Israel, donde los olivos proporcionarían abundante aceite y los otros frutos proveerían “bocados exquisitos” dignos de presentarse ante un rey. (Gé 49:20; Dt 33:24.) Aser limitaba al E. con los territorios de Zabulón y Neftalí, y al S. y SE., con Manasés e Isacar.
En Josué 17:7 se dice que Aser lindaba con la tribu de Manasés, referencia que, por lo que dice el versículo 10, aplica a los límites del territorio de la tribu de Aser.
Llanura de Aser Esta llanura costera se extiende hacia el norte desde el monte Carmelo por unos 40 kilómetros (25 millas). Su mayor anchura es de unos 13 kilómetros (8 millas), y es parte de la tierra que se asignó a la tribu de Aser. (Jos. 19:24-30.) Era una fértil franja llana muy productiva y suministraba alimento para las mesas reales de Salomón. (Gén. 49:20; 1 Rey. 4:7, 16.)
Un mendigo ciego a quien Jesús restauró la vista. Bartimeo y un compañero, de quien no se dice el nombre, estaban sentados fuera de Jericó cuando llegó Jesús con una muchedumbre. Bartimeo preguntó a qué se debía el alboroto, y cuando le dijeron la razón, comenzó a gritar: “¡Hijo de David, Jesús, ten misericordia de mí!”. Algunas personas le ordenaron rigurosamente que se callase, pero él siguió gritando con más fuerza. Cuando Jesús le mandó llamar, Bartimeo arrojó su prenda de vestir exterior, se puso de pie de un salto y fue hacia el maestro, rogándole que le hiciera recobrar la vista. Jesús, al darse cuenta de la fe de ese hombre y apiadándose de él, le curó. Después de este suceso, Bartimeo empezó a seguir a Jesús, glorificando a Dios. (Mr 10:46-52; Mt 20:29-34; Lu 18:35-43.)
Al relatar este acontecimiento, Marcos y Mateo dicen que ocurrió cuando Jesús “[salía] de Jericó”, mientras que Lucas menciona que fue “al acercarse él [Jesús] a Jericó”. (Mt 20:29; Mr 10:46-52; Lu 18:35.) Algunos han apuntado que se hace referencia a dos incidentes diferentes. No obstante, Joseph P. Free escribe lo siguiente al respecto: “La arqueología, sin embargo, ha arrojado más luz sobre esta aparente discrepancia. A comienzos del siglo XX E.C., Ernest Sellin, de la Sociedad Oriental Alemana, hizo unas excavaciones en Jericó (1907-1909). Estas mostraron que la Jericó del tiempo de Jesús era una ciudad doble. [...] La vieja ciudad judía estaba más o menos a una milla [1,6 Km.] de la ciudad romana. A la luz de estos hechos, es posible que Mateo hablase de la ciudad judía, de la que Cristo acababa de salir, mientras que Lucas lo hiciera de la romana, a la que Cristo aún no había llegado. Así pues, en camino de la vieja ciudad a la nueva, Cristo halló y curó al ciego Bartimeo”. (Archaeology and Bible History, 1964, pág. 295. Véase Timeo)
1. Binuí, Israelita cuyos descendientes, más de seiscientos, regresaron a Jerusalén en 537 a. E.C. (Ne 7:6, 7, 15.) Se le llama Baní en Esdras 2:10.
2. Binuí, Levita que regresó con Zorobabel en 537 a. E.C. (Ne 12:1, 8.) Al parecer, su hijo Noadías fue uno de los que se encargaron de los utensilios que Esdras envió al templo de Jerusalén en 468 a. E.C. (Esdras 8:33.)
3. Binuí, Uno de los “hijos de Pahat-moab” que despidieron a sus esposas extranjeras e hijos a instancias de Esdras. (Esd 10:30, 44.)
4. Binuí, Un israelita; varios de sus “hijos” despidieron a sus esposas extranjeras. (Esd 10:38, 44.)
5. Binuí, Israelita que ayudó a Nehemías a reconstruir el muro de Jerusalén. (Ne 3:24.) Este hijo de Henadad puede que fuera el mismo que el núm. 6.
6. Binuí, Uno de los hijos levitas de Henadad. Posiblemente fue el antepasado de uno de los que autenticaron el “arreglo fidedigno” en los días de Nehemías, en cuyo caso puede que fuera el mismo que el núm. 2. (Ne 9:38; 10:1, 9.) Si, por otra parte, fue Binuí mismo quien selló este acuerdo, en vez de uno de sus descendientes, tal vez haya sido el mismo que el núm. 5. Cabe también la posibilidad de que simplemente fuera otra persona del mismo nombre.
Uno de los dos discípulos, ninguno de los cuales era apóstol, que viajaban a Emaús el día de la resurrección de Jesús. Cuando Jesús se unió a ellos como si fuera un forastero y les preguntó de qué hablaban, Cleopas respondió: “¿Moras tú solo como forastero en Jerusalén y por eso no sabes las cosas que han ocurrido en ella en estos días?”. Después que Jesús les explicó muchos textos y se identificó a ellos, Cleopas y su compañero, en vez de pasar la noche en Emaús, se apresuraron a Jerusalén e informaron estas cosas a los demás. (Lu 24:13-35.) Este nombre griego, Cleopas, no debe confundirse con el nombre arameo Clopas. (Jn 19:25.)
1. Éber, Antepasado de Abrahán; hijo de Selah y padre de Péleg, Joqtán y otros hijos. En los días de su hijo Péleg, al que Éber sobrevivió unos ciento noventa y un años, “se dividió la tierra”. Esta expresión puede hacer referencia a la confusión de las lenguas que Jehová ocasionó entre los que estaban construyendo Babel y su torre bajo la dirección de Nemrod. (Gé 10:25; 11:14-19, 26.)
Génesis 10:21 menciona a “Sem, el antepasado de todos los hijos de Éber [“padre de todos los hebreos”, Mod, nota; “la cepa de todos los Hebreos”, CR, nota], el hermano de Jafet el mayor”. En este texto debe relacionarse a Éber con Sem debido a la importancia bíblica de los descendientes de aquel, en especial desde Abrahán en adelante. De todos modos, el texto no circunscribe los descendientes de Sem a tan solo los hebreos, como aclaran los versículos siguientes. Al parecer, los descendientes de Éber mediante Joqtán se establecieron en Arabia, mientras que los que procedieron de Péleg lo hicieron en Mesopotamia.
2. Éber, Gadita mencionado junto con otros ‘cabezas de la casa de sus antepasados’. (1Cr 5:13, 15.)
3. Éber, Benjamita, hijo de Elpaal. (1Cr 8:12, 28.)
4. Éber, Cabeza benjamita mencionado en la lista de los hijos de Sasaq. (1Cr 8:22-25.)
5. Éber, Sacerdote levita; cabeza de la casa paterna de Amoq. Éber debió ser contemporáneo del sumo sacerdote Joiaquim, del gobernador Nehemías y del sacerdote y escriba Esdras. (Ne 12:12, 20, 26.)
Padre de Simeí, uno de los comisarios encargados de proveer alimento para el rey Salomón y su casa. (1Re 4:7, 18.)
Primer mártir cristiano. Aunque de nombre griego, formaba parte del resto fiel de judíos que aceptaron y siguieron al Mesías. (Hch 7:2.)
Su nombramiento para un ministerio especial. El nombre de Esteban aparece por primera vez en el registro bíblico con relación al nombramiento de hombres para responsabilidades especiales de servicio en la congregación cristiana de Jerusalén. El relato lee: “Ahora bien, en estos días, cuando aumentaban los discípulos, se suscitó una murmuración de parte de los judíos de habla griega contra los judíos de habla hebrea, porque a sus viudas se las pasaba por alto en la distribución diaria”. Los apóstoles vieron que era necesario dar atención especial a este asunto y dijeron a la congregación: “Por eso, hermanos, búsquense siete varones acreditados de entre ustedes, llenos de espíritu y de sabiduría, para que los nombremos sobre este asunto necesario”. Luego los apóstoles nombraron a los hombres capacitados que se seleccionaron. (Hch 6:1-6.) De este modo Esteban recibió un nombramiento para un ministerio especial. Es posible que tanto él como los otros seis varones nombrados “sobre este asunto necesario”, la distribución del alimento, ya fueran ancianos o superintendentes. Estos hombres estaban “llenos de espíritu y de sabiduría”, lo cual era necesario para hacer frente a esta emergencia. El asunto no consistía simplemente en distribuir alimento (tal vez cereales y otros alimentos comunes), sino que estaba también la cuestión administrativa. Es posible que tuvieran que encargarse de supervisar las compras, mantener registros, etc. Así, aunque ese trabajo, en escala menor o en otras circunstancias, podría haberlo efectuado un di·á·ko·nos o “siervo ministerial”, y no un superintendente o anciano, en este caso la situación era delicada, pues ya existían dificultades y diferencias en la congregación. Por lo tanto, se requerían hombres de juicio, discreción, entendimiento y experiencia notables. La defensa de Esteban delante del Sanedrín muestra que tenía tales aptitudes.
Mientras atendía estos deberes ministeriales para los que había sido nombrado, Esteban continuó dedicándose con empeño a la predicación cristiana. El cronista Lucas informa que “Esteban, lleno de gracia y de poder, ejecutaba grandes portentos presagiosos y señales entre el pueblo”, y que recibía fuerte oposición de los judíos pertenecientes a la llamada Sinagoga de los Libertos, así como de otros de Asia y África. Pero Esteban habló con tal sabiduría y espíritu que no pudieron hacerle frente. Como había sucedido en el caso de Jesús, estos enemigos consiguieron secretamente testigos falsos para acusarle de blasfemia ante el Sanedrín.
Defensa ante el Sanedrín. Esteban relató con denuedo los tratos de Dios con los hebreos desde el tiempo de su antepasado Abrahán, y concluyó denunciando firmemente a su auditorio de líderes religiosos. Cuando ellos, heridos en su corazón por la verdad de las acusaciones de Esteban, empezaron a crujir los dientes contra él, Esteban recibió una visión de la gloria de Dios, así como de Jesús de pie a la diestra de su Padre. Una vez que describió su visión, todos los que estaban reunidos comenzaron a gritar, se abalanzaron sobre él y lo echaron fuera de la ciudad. Luego, después de poner sus prendas de vestir exteriores a los pies de Saulo, lo lapidaron. Justo antes de ‘dormirse en la muerte’, Esteban oró: “Jehová, no les imputes este pecado”. Ciertos varones reverentes fueron y le enterraron, lamentando su muerte. A continuación se levantó gran persecución contra los cristianos, a quienes se dispersó (aunque los apóstoles permanecieron en Jerusalén), y esto trajo consigo el que se propagasen las buenas nuevas. (Hch 6:8–8:2; 11:19; 22:20.)
El relato que Esteban hizo delante del Sanedrín recoge algunos detalles concernientes a la historia judía que no se hallan en las Escrituras Hebreas: la educación egipcia de Moisés, que tenía cuarenta años cuando huyó de Egipto, los cuarenta años que pasó en Madián antes de regresar a Egipto y el cometido de los ángeles en lo relacionado con dar la ley mosaica. (Hch 7:22, 23, 30, 32, 38.)
Esteban fue el primero en dar testimonio de haber visto en una visión especial a Jesús resucitado en el cielo y a la diestra de Dios, tal como se había profetizado en el Salmo 110:1. (Hch 7:55, 56.)
¿En qué sentido fue Esteban un mártir? - (bt-Cap.6-Pg.48-Recuadro)
El término español mártir se deriva del griego mártys, “testigo”, y, por lo tanto, designa a quien puede dar fe de una acción o un suceso. Sin embargo, la palabra griega tiene un sentido más amplio. Un famoso lexicógrafo señala que el mártys bíblico realiza un “papel activo” al “contar lo que ha visto u oído” y “proclamar lo que sabe”. Por lo tanto, es aplicable a todos los cristianos, ya que tienen la obligación de dar testimonio de lo que han aprendido acerca de Jehová y sus propósitos (Luc. 24:48; Hech. 1:8). En el caso de Esteban, las Escrituras lo llaman “testigo” (una forma de mártys) porque habló acerca de Jesús (Hech. 22:20, Nuevo Testamento Interlineal Griego-Español). Dado que el testimonio cristiano implica muchas veces hacer frente a la oposición —lo que incluye detenciones, palizas e incluso la muerte—, en el siglo II de nuestra era, el término correspondiente a mártir ya se refería a la persona que había sufrido esas consecuencias por negarse a renunciar a su fe. Es en ese sentido que hablamos de Esteban como el primer mártir cristiano. Pero no hay que olvidar que en la antigüedad lo que definía al mártir era el hecho de dar testimonio, y no el de llegar a morir. |
Joven de Troas que figura en el registro bíblico como la última persona restablecida a la vida de forma milagrosa. Cuando Pablo visitó Troas en el transcurso de su tercera gira misional, prolongó su discurso a los hermanos hasta la medianoche. Vencido por el cansancio, y tal vez debido al calor de las muchas lámparas y al apiñamiento existente en el aposento de arriba, Eutico se sumió en un profundo sueño y cayó desde una ventana situada en el tercer piso. El médico Lucas, escritor de Hechos y testigo ocular de lo que sucedió, registró que Eutico no solo estaba inconsciente, sino que “lo alzaron muerto”. Siguiendo un procedimiento parecido al de Eliseo cuando resucitó al hijo de la sunamita, Pablo se echó sobre Eutico y lo abrazó. Las palabras que pronunció a continuación —“Dejen de hacer estruendo, porque su alma está en él”— indican que Eutico había recobrado la vida. (Hch 20:7-12; véase también 2Re 4:34.)
Procurador de la provincia romana de Judea que tuvo prisionero a Pablo por dos años después de la última visita de este a Jerusalén hacia el año 56 E.C. Tácito indica que Félix fue procurador junto con Cumano por unos cuantos años y después ocupó él solo el puesto de procurador de Judea. (Anales, XII, 54.) Josefo no menciona que Félix compartiera el cargo con Cumano y por esa razón la mayoría de los eruditos sostienen que Félix comenzó su mandato como procurador en 52 E.C. (Antigüedades Judías, libro XX, cap. VII, sec. 1; La Guerra de los Judíos, libro II, cap. XII, sec. 8.) No obstante debido a sus años de servicio, Pablo pudo decirle a Félix: “Hace muchos años que esta nación te tiene de juez”. (Hch 24:10.)
Los historiadores dicen que Félix era un gobernante cruel e inmoral. Había sido un antiguo esclavo, de nombre Antonio, que el emperador Claudio liberó junto con su hermano Palas. Tácito dice que “ejerció con ánimo servil la autoridad real, usando todo género de crueldad y apetitos desordenados”. (Historias, traducción de Carlos Colonna, Espasa-Calpe, Madrid, 1980, cap. V [sec. 9], pág. 220.) Según algunos registros, maquinó la muerte del sumo sacerdote Jonatán. Suetonio comenta que fue esposo de tres reinas. (Los doce césares, traducción de Jaime Arnal, Orbis, Barcelona, 1985, “Tiberio Claudio Druso”, sec. XXVIII.) Este comentario concuerda con lo que la Biblia dice acerca de Félix.
Después de la detención de Pablo, Claudio Lisias, el comandante militar romano, temiendo por la seguridad de su prisionero en caso de que permaneciese en Jerusalén, lo llevó apresuradamente a Cesarea fuertemente custodiado, ‘mandando a los acusadores que hablaran contra él’ ante Félix. (Hch 23:23-30.) Cinco días más tarde, el sumo sacerdote Ananías, el retórico Tértulo y otros bajaron de Jerusalén con cargos absurdos contra Pablo. Félix presidió el tribunal, pero postergó el juicio. Ordenó que se mantuviese a Pablo en custodia, aunque con cierta libertad, y que a ninguno de los suyos se le impidiese atenderlo. (Hch 24:1-23.)
Más tarde, Félix “envió a llamar a Pablo y lo escuchó acerca de la creencia en Cristo Jesús”. En esta ocasión, posiblemente en presencia de Drusila, la esposa de Félix, Pablo ‘habló sobre la justicia, el autodominio y el juicio venidero’. Al oír estas cosas, “Félix se atemorizó” y dijo al apóstol: “Por ahora vete, pero cuando tenga un tiempo conveniente te enviaré a llamar otra vez”. Durante dos años, Félix tuvo frecuentes conversaciones con Pablo, esperando en vano que el apóstol le diera dinero como soborno para obtener su liberación. (Hch 24:24-27.)
La administración de Félix produjo mucho resentimiento entre los judíos. Tal vez en 58 E.C., “Félix tuvo por sucesor a Porcio Festo; y porque Félix deseaba ganarse el favor de los judíos, dejó a Pablo en cadenas”. (Hch 24:27.) Sin embargo, este gesto no palió el daño hecho a los judíos, ni evitó que estos enviaran una delegación a Roma para denunciarle. Se cree que Félix logró evitar el castigo después de haber sido llamado a Roma únicamente debido al ascendiente que tenía su hermano Palas sobre Nerón.
Procónsul de Acaya ante cuyo tribunal los judíos acusaron a Pablo de persuadir a los hombres a que adorasen a Dios de otra manera. Galión desestimó el caso sobre la base de que no había una violación de la ley romana. Luego la multitud se puso a golpear a Sóstenes, el presidente de la sinagoga, pero Galión tampoco se preocupó por ello. (Hch 18:12-17.)
Según fuentes seglares, Galión nació en Córdoba (España) a principios del siglo I E.C. Era hijo del retórico Séneca y hermano mayor de Séneca el filósofo. El nombre original de Galión era Lucio Anneo Novato, pero al ser adoptado por el retórico Lucio Junio Galión, recibió su nombre.
Una inscripción de Delfos nos ayuda a determinar cuándo fue Galión procónsul de Acaya. (Hch 18:12.) Se ha tenido que reconstruir el texto de la inscripción, ya que tan solo se conservan algunos fragmentos, pero contiene claramente el nombre de “[Lucio Ju]nio Galión, [...] procónsul”. Los historiadores por lo general están de acuerdo en que el texto es una carta del emperador Claudio César y en que el número 26 hallado en ella indica que Claudio había recibido la aclamación imperial por vigésimo sexta vez. (Claudio volvió a hacer de Acaya una provincia separada, responsable ante el Senado, y, por lo tanto, con un procónsul.) Probablemente esta carta se escribió en la primera mitad del año 52 E.C., pues otras inscripciones indican que Claudio fue aclamado emperador por vigésimo séptima vez antes del 1 de agosto de 52 E.C. Una inscripción caria y otra existente en el acueducto llamado Aqua Claudia, en Roma, sitúan las aclamaciones imperiales vigésimo sexta y vigésimo séptima de Claudio dentro del año de su duodécimo período de poder tribunicio. Este duodécimo período tribunicio se extendió del 25 de enero de 52 E.C. al 24 de enero de 53 E.C. Por lo tanto, Galión fue procónsul de Acaya (un cargo que comenzaba a principios del verano y duraba un año) desde el verano de 51 E.C. hasta el verano de 52 E.C., aunque algunos eruditos se inclinan a favor de los años 52-53 E.C.
1. Guerá, Hijo de Bela, el primogénito de Benjamín. (1Cr 8:1, 3.) La denominación “hijos” de Génesis 46:21, donde se menciona a Guerá, incluye también a nietos.
2. Guerá, Al parecer, otro descendiente de Bela el benjamita. Puede que sea el mismo que el Guerá que aparece en 1 Crónicas 8:7. (1Cr 8:5.)
3. Guerá, Padre del juez benjamita Ehúd. (Jue 3:15.)
4. Guerá, Padre del benjamita Simeí, quien maldijo a David. (2Sa 16:5; 19:16, 18; 1Re 2:8.)
5. Guerá, Unidad de peso correspondiente a la vigésima parte de un siclo, o a 0,57 g. - 0,01835 oz tr (Le 27:25; Nú 3:47; 18:16; Eze 45:12.)
Cabeza ancestral de una familia israelita, algunos de cuyos miembros volvieron de Babilonia con Zorobabel en 537 a. E.C. (Esd 2:1, 2, 19; Ne 7:22.) Después que Esdras llegó a Jerusalén en 468 a. E.C., siete de “los hijos de Hasum” despidieron a sus esposas extranjeras. (Esd 10:33, 44.) El representante de la familia, o alguien llamado por ese mismo nombre, estuvo de pie a la izquierda de Esdras mientras este leía el libro de la Ley a los israelitas reunidos en la plaza pública que estaba delante de la Puerta del Agua en Jerusalén. (Ne 8:1-4.) De igual modo, un representante de la casa de Hasum autenticó con sello el “arreglo fidedigno” concertado durante el mandato de Nehemías. (Ne 9:38; 10:1, 14, 18.)
1. Jeroboán I, Primer rey del reino de diez tribus de Israel. Era de la tribu de Efraín; hijo de Nebat, uno de los oficiales de Salomón en la aldea de Zeredá. Parece ser que quedó huérfano de padre a temprana edad y lo crió su madre, Zeruá. (1Re 11:26.)
Cuando Salomón vio que Jeroboán no solo era un hombre valiente y poderoso, sino también un trabajador diligente, lo hizo superintendente sobre todo el servicio obligatorio de la casa de José. (1Re 11:28.) A continuación, el profeta de Dios, Ahíya, le comunicó noticias sorprendentes. Después de rasgar su vestidura nueva en doce pedazos, le dijo a Jeroboán que tomara diez de los pedazos en símbolo de cómo Jehová dividiría el reino de Salomón en dos y haría a Jeroboán rey sobre diez de las tribus. Sin embargo, solo se trataría de una división gubernamental, no de una desviación de la adoración verdadera centralizada en el templo de Jerusalén, la capital del reino meridional. De modo que Jehová le aseguró a Jeroboán que si guardaba sus leyes y mandamientos, le bendeciría, haría prosperar su reino y le levantaría una casa duradera de sucesores. (1Re 11:29-38.)
Posiblemente fue al enterarse de esta promesa cuando Salomón intentó matar a Jeroboán. Sin embargo, Jeroboán huyó a Egipto y allí permaneció bajo la protección del faraón Sisaq hasta la muerte de Salomón. (1Re 11:40.)
Las noticias de la muerte de Salomón, acaecida alrededor de 998 a. E.C., hicieron que Jeroboán volviera rápidamente a su tierra natal, donde tomó parte en la petición que se le hizo a Rehoboam, el hijo de Salomón, para que aligerara las cargas impuestas sobre su pueblo si quería que este apoyara su nuevo reinado. Sin embargo, Rehoboam no hizo caso del buen asesoramiento de los consejeros ancianos y escuchó el de sus compañeros jóvenes, que le dijeron que aumentara las cargas del pueblo. Las diez tribus respondieron a esta dureza haciendo rey sobre ellos a Jeroboán. En realidad, “el que los asuntos tomaran otro giro fue a instancia de Jehová, a fin de que él realmente realizara su palabra que Jehová había hablado por medio de Ahíya”. (1Re 12:1-20; 2Cr 10:1-19.)
El rey recién nombrado, Jeroboán, procedió a edificar inmediatamente la ciudad de Siquem como su capital real, y al E. de Siquem, al otro lado del Jordán, fortificó Penuel (Peniel), el lugar donde Jacob había luchado con un ángel. (1Re 12:25; Gé 32:30, 31.) Al ver que sus súbditos subían al templo de Jerusalén para adorar, pensó que con el tiempo podían matarle y ser leales a Rehoboam. Así que decidió crear una religión centrada en dos becerros de oro; colocó uno en Betel, al S., y el otro en Dan, al N. También instituyó su propio sacerdocio no aarónico, compuesto de cualquier persona del pueblo que estuviera dispuesta a conseguir el puesto ofreciendo un toro y siete corderos. Estos sirvieron “para los lugares altos y para los demonios de forma de cabra y para los becerros que había hecho”. Jeroboán también inventó ‘días santos’ especiales, y él mismo puso el ejemplo al pueblo para que hiciesen sacrificios a estos dioses de nuevo cuño. (1Re 12:26-33; 2Re 23:15; 2Cr 11:13-17; 13:9.)
En una de las ocasiones en que Jeroboán estaba a punto de ofrecer humo de sacrificio en su altar de Betel, el espíritu de Jehová hizo que un hombre de Dios le censurara por su detestable idolatría. Cuando el rey ordenó que se prendiera a ese siervo de Dios, el altar se partió, se desparramaron sus cenizas y la mano del rey se secó. La única razón por la que se le sanó la mano fue que el hombre de Dios calmó la ira de Jehová. Sin embargo, aun después de ese incidente, Jeroboán continuó en su trayectoria blasfema de desobediencia a Jehová. (1Re 13:1-6, 33, 34.) Los “pecados de Jeroboán” estuvieron relacionados con la adoración de becerros que introdujo, un culto apóstata que otros reyes israelitas también practicaron, por lo que se hicieron culpables del mismo pecado. (1Re 14:16; 15:30, 34; 16:2, 19, 26, 31; 22:52; 2Re 3:3; 10:29, 31; 13:2, 6, 11; 14:24; 15:9, 18, 24, 28; 17:21-23.)
Rehoboam murió en el año decimoctavo del reinado de Jeroboán, pero las dos naciones siguieron guerreando durante los tres años del reinado de Abiyam (Abías), el hijo y sucesor de Rehoboam. (1Re 15:1, 2, 6; 2Cr 12:15.) En una ocasión Abías reunió a 400.000 hombres para pelear contra las fuerzas de Jeroboán, que le doblaban en número. Jeroboán sufrió una grave derrota a pesar de que su ejército era superior y de su astuta estrategia de emboscada. Perdió 500.000 hombres y muchas de sus ciudades efraimitas, lo que le supuso una gran humillación. La victoria de Judá se debió a que Abías y sus hombres confiaron en Jehová y clamaron a Él por ayuda. (2Cr 13:3-20.)
A la calamidad de Jeroboán se añadió la enfermedad mortal de su hijo Abías, ante lo que el rey hizo que su esposa se disfrazara y fuese con un presente al viejo profeta Ahíya, ya ciego, para preguntarle si su hijo se recuperaría. La respuesta fue: ‘No’. Además, el profeta predijo que se cortaría a todo heredero varón de Jeroboán y que, con excepción de este hijo, en el que Jehová había encontrado algo bueno, ningún descendiente de Jeroboán tendría un entierro decente, sino que los perros o las aves de los cielos comerían sus cuerpos. (1Re 14:1-18.)
Poco después, cerca de 977 a. E.C., “Jehová le asestó [a Jeroboán] un golpe, de manera que murió”, y así se puso fin a su reinado, que había durado veintidós años. (2Cr 13:20; 1Re 14:20.) Su hijo Nadab le sucedió en el trono por dos años, y fue asesinado por Baasá, quien además no dejó nada que respirase de la casa de Jeroboán. Así fue como de pronto terminó su dinastía, “conforme a la palabra de Jehová” y “a causa de los pecados de Jeroboán”. (1Re 15:25-30.)
2. Jeroboán II, Rey de Israel; hijo y sucesor de Jehoás y tataranieto de Jehú. Jeroboán II fue el decimocuarto gobernante del reino norteño y reinó durante cuarenta y un años, a partir aproximadamente de 844 a. E.C. (2Re 14:16, 23.) Al igual que muchos de sus predecesores, hizo lo que era malo a los ojos de Jehová al perpetuar la adoración de becerros de Jeroboán I. (2Re 14:24.)
Hay constancia de un registro genealógico especial que se hizo durante el reinado de Jeroboán II. (1Cr 5:17.) Sin embargo, el logro sobresaliente de su reinado fue la recuperación de territorio que el reino había perdido antes. En cumplimiento de la profecía de Jonás, Jeroboán “restauró el límite de Israel, desde el punto de entrada de Hamat hasta el mismo mar del Arabá [mar Muerto]”. También se le atribuye la restitución de “Damasco y Hamat a Judá en Israel”. (2Re 14:25-28.) Esto posiblemente signifique que Jeroboán convirtió Damasco y Hamat en reinos tributarios, como lo habían sido durante los reinados de David y Salomón. (Compárese con 2Sa 8:5-10; 1Re 4:21; 2Cr 8:4.)
Como consecuencia de estos logros, debió producirse una ola de prosperidad material en el reino norteño, pero al mismo tiempo la decadencia espiritual de la nación continuó. Los profetas Oseas y Amós criticaron con dureza al rebelde Jeroboán y a sus apoyadores por su rotunda apostasía, así como por su conducta inmoral, fraude, latrocinio, fornicación, asesinato, opresión, idolatría y otras prácticas que deshonraban a Dios. (Os 1:2, 4; 4:1, 2, 12-17; 5:1-7; 6:10; Am 2:6-8; 3:9, 12-15; 4:1.) La advertencia de Jehová a Jeroboán por boca de su profeta Amós fue especialmente directa: “Yo ciertamente me levantaré contra la casa de Jeroboán con una espada”. (Am 7:9.)
Después de la muerte de Jeroboán, ascendió al trono su hijo Zacarías. (2Re 14:29.) Sin embargo, hubo un intervalo de once años entre la muerte de Jeroboán y el reinado de seis meses de Zacarías, el último rey de la dinastía de Jehú. Dicho intervalo tal vez se debió a que Zacarías era muy joven, o quizás a alguna otra razón, pero el hecho es que su reinado no se estableció o ratificó plenamente hasta alrededor del año 792 a. E.C.
1. Joacaz, Variante del nombre de Jehoacaz, rey de Israel, según lo traducen la mayoría de las versiones en 2 Reyes 14:1. Aunque el texto masorético lee Yoh·’a·jáz, la Traducción del Nuevo Mundo, de acuerdo con los manuscritos hebreos que usan la forma Yehoh·’a·jáz, vierte el nombre Jehoacaz.
2. Joacaz, Padre de Joah, el registrador del rey Josías. (2Cr 34:1, 8.)
3. Joacaz, Según 2 Crónicas 36:2, variante del nombre de Jehoacaz, el rey de Judá que sucedió a Josías. Muchas versiones (BJ, CI, MK y otras) se basan en el texto masorético y traducen el nombre Joacaz, mientras que otras (FS, 1966; NM) leen Jehoacaz.
Suegro de José; su hija Asenat le dio a luz a José dos hijos: Manasés y Efraín. (Gé 41:45, 50; 46:20.) Potifera era el sacerdote, probablemente del dios-sol Ra, que oficiaba en On, centro de la adoración egipcia al Sol. En el museo de El Cairo hay una estela o columna funeraria descubierta en 1935 que tiene inscrito el nombre “Putifar”. (Annales du service des antiquités de l’Égypte, El Cairo, 1939, vol. 39, págs. 273-276.)
Rico terrateniente que residía en Malta y que tuvo la amabilidad de hospedar tres días a Pablo y a sus acompañantes cuando naufragaron en la isla. Pablo correspondió a su hospitalidad sanando a su padre, que estaba aquejado de fiebre y disentería. (Hch 28:7, 8.)
Publio era “el hombre prominente de la isla”, designación que en este caso parece referirse a un título oficial comparable al de gobernador, que probablemente se daba al principal oficial romano de la isla.
Gobernador romano de Siria cuando César Augusto ordenó la “inscripción” que resultó en que Jesús naciera en Belén. (Lu 2:1, 2.) Su nombre completo era Publio Sulpicio Quirinio.
En una lista de cónsules romanos (Chronographus Anni CCCLIIII), el nombre de Quirinio aparece en el año 12 a. E.C. junto con el de Mesala. (Chronica Minora, edición de T. Mommsen, Múnich, 1981, vol. 1, pág. 56.) El historiador romano Tácito relata brevemente la historia de Quirinio: “Había nacido en el municipio de Lanuvio, pero —hombre valiente en la guerra y en cometidos difíciles— había conseguido el consulado bajo el divino Augusto, y más tarde las insignias del triunfo tras apoderarse en Cilicia de las fortalezas de los homonadenses. Había sido adscrito como consejero a Gayo César al serle atribuido el gobierno de Armenia”. (Anales, III, 48.) Falleció en el año 21 E.C.
Sin embargo, Tácito no relaciona a Quirinio con Siria, pero sí lo hace el historiador judío Josefo al referir que se le nombró gobernador de Siria cuando Coponio recibió el nombramiento de procurador romano de Judea. Josefo dice: “Entretanto Quirino, un senador que ya había ejercido todas las magistraturas y que luego de pasar por todos los grados honrosos obtuvo el consulado, además de haber ejercido otras dignidades, llegó a Siria, enviado por César, para administrar justicia en esta provincia y hacer el censo de los bienes. Lo acompañaba Coponio, de la orden ecuestre, para que quedara al frente de los judíos con plenos poderes”. A continuación Josefo pasa a explicar que Quirinio fue a Judea y ordenó que se fijase un impuesto, lo que molestó a muchos y desembocó en un intento de rebelión liderada por “Judas, un gaulanita”. (Antigüedades Judías, libro XVIII, cap. I, sec. 1.) Esta revuelta debe ser la misma que menciona Lucas en Hechos 5:37. Según la narración de Josefo, esta tuvo lugar “en el año treinta y siete después de la victoria de César en Accio contra Antonio” (Antigüedades Judías, libro XVIII, cap. II, sec. 1), lo que indicaría que en el año 6 E.C. Quirinio era gobernador de Siria.
Aunque durante mucho tiempo la historia seglar únicamente confirmó la mencionada gobernación de Quirinio sobre Siria, en 1764 se encontró en Roma una inscripción, conocida como Lapis Tiburtinus, que, sin mencionar nombre alguno, contenía información que, como reconocieron la mayor parte de los eruditos, únicamente podía aplicar a Quirinio. (Corpus Inscriptionum Latinarum, edición de H. Dessau, Berlín, 1887, vol. 14, pág. 397, núm. 3613.) La inscripción dice que cuando fue a Siria llegó a ser gobernador (o legado) ‘por segunda vez’. Basándose en las inscripciones halladas en Antioquía en las que figura el nombre de Quirinio, muchos historiadores opinan que fue también gobernador de Siria incluso en años anteriores a nuestra era.
Sin embargo, estos mismos historiadores manifiestan cierta inseguridad a la hora de ubicar a Quirinio entre los gobernadores de Siria que registra la historia. Josefo da el nombre de Quintilio Varo como gobernador de Siria cuando murió Herodes el Grande. (Antigüedades Judías, libro XVII, cap. V, sec. 2; cap. IX, sec. 3.) También el historiador Tácito menciona en su obra Historias (libro V, cap. IX) que Varo era el gobernador de Siria cuando murió Herodes, y Josefo indica que el predecesor de Varo fue Saturnino (Cneo Sentio Saturnino).
En vista de las pruebas que apuntan a una primera gobernación de Quirinio en Siria, un buen número de eruditos opina que esta debió transcurrir entre los años 3-2 a. E.C. Aunque estas fechas encajarían bien con el registro bíblico, la base en la que se apoya es errónea. Dan esas fechas para la gobernación de Quirinio porque la ubican después de la de Varo y, por lo tanto, después de la muerte de Herodes, que sitúan en el año 4 a. E.C., una fecha popular, pero también errónea. (Véanse CRONOLOGÍA; HERODES núm. 1 [Fecha de su muerte].) (Como parten de una fecha errónea para la muerte de Herodes, sitúan la duración de la gobernación de Varo desde el año 6 hasta el año 4 a. E.C., cálculo absolutamente conjetural, pues Josefo no indica ni el comienzo ni el fin de la misma.) Las pruebas más claras apuntan al año 2 a. E.C., el año en que nació Jesús. Por consiguiente, el período de la gobernación de Quirinio debió incluir ese año o parte del mismo.
Algunos eruditos llaman la atención al hecho de que el término que emplea Lucas es hë·gue·mön, que por lo general se traduce “gobernador”. Esta palabra griega designa a los legados, procuradores y procónsules romanos, y significa fundamentalmente un “jefe” o “funcionario ejecutivo de alto rango”. Por lo tanto, se cree que durante lo que Lucas llama “primera inscripción”, Quirinio estaba en Siria en calidad de legado especial del emperador, investido de poderes extraordinarios. Otro elemento esclarecedor en todo este asunto es la referencia explícita de Josefo a la existencia de una gobernación doble en Siria, pues habla en su obra de “Saturnino y Volumnio que, por aquel entonces, gobernaban en Siria” simultáneamente. (Antigüedades Judías, libro XVI, cap. IX, sec. 1; cap. X, sec. 8.) En consecuencia, si son correctas las referencias de Josefo a Saturnino y a Varo como gobernadores sucesivos de Siria, cabe la posibilidad de que Quirinio haya simultaneado la gobernación con Saturnino (como en el caso de Volumnio) o con Varo, antes de la muerte de Herodes (que probablemente ocurrió en 1 a. E.C.). Esta posibilidad se expone en The New Schaff-Herzog Encyclopedia of Religious Knowledge, que comenta: “La relación que hubo entre Quirinio y Varo, el gobernador de Siria, fue exactamente la misma que hubo algún tiempo después entre Vespasiano y Muciano. Vespasiano llevó la dirección de la guerra en Palestina mientras Muciano era gobernador de Siria; Vespasiano tenía el rango de legatus Augusti, que correspondía exactamente al mismo título y rango de Muciano” (1957, vol. 9, págs. 375, 376).
Una inscripción hallada en Venecia (Lapis Venetus) hace referencia a un censo efectuado en Siria por orden de Quirinio. Sin embargo, no suministra ningún dato que permita determinar si corresponde a la primera o a la segunda gobernación. (Corpus Inscriptionum Latinarum, edición de T. Mommsen, O. Hirschfeld y A. Domaszewski, 1902, vol. 3, pág. 1222, núm. 6687.)
La demostrada exactitud de Lucas en sus referencias históricas permite aceptar como válido su comentario alusivo a la gobernación de Quirinio sobre Siria cuando nació Jesús. Se ha de tener presente que Josefo, prácticamente la única otra fuente de información, nació en el año 37 E.C., es decir, casi cuatro décadas después del nacimiento de Jesús. En cambio, Lucas ya era médico y acompañaba a Pablo en sus viajes hacia el año 49 E.C., cuando Josefo era aún un niño de doce años de edad. Incluso en circunstancias normales, Lucas es la fuente más confiable de los dos a la hora de recurrir a la información histórica sobre la gobernación siria justo antes de que Jesús naciese. El propio Justino Mártir (Apología I, XXXIV, 2), palestino del siglo II E.C., citó de los registros romanos en prueba de la exactitud del comentario de Lucas sobre la gobernación de Quirinio. (Verbum Dei. Comentario a la Sagrada Escritura, edición de B. Orchard y otros, Barcelona, Herder, 1957, vol. 3, pág. 579.) No existe el más mínimo indicio de que los historiadores primitivos, ni siquiera los críticos como Celso, hayan cuestionado jamás el testimonio de Lucas.
1. Samah, Jeque edomita; nieto de Esaú por medio de Reuel.
1. Samah, Jeque edomita; nieto de Esaú por medio de Reuel. (Gé 36:10, 13, 17; 1Cr 1:37.)
2. Samah - (Simeá, Simeah 2 y Simeí 7), Hermano mayor del rey David; también se le llama Simeá, Simeah y Simeí. (1Cr 2:13; 2Sa 13:3; 21:21.) Como era el tercer hijo de Jesé, fue el tercer candidato que rechazó Samuel para ser ungido por rey. (1Sa 16:6-9.) Formaba parte del ejército de Saúl al que Goliat desafió cuando David llevó las provisiones. (1Sa 17:13, 14, 20, 23.) Su hijo Jonatán mató a un gigante filisteo. (2Sa 21:20, 21; 1Cr 20:6, 7.) Algunos creen que a este hijo de Samah también se le daba el nombre de Jehonadab, y que fue el astuto consejero de Amnón. (2Sa 13:3, 32.)
3. Samah - (Sagué) Uno de los tres guerreros principales de David; hijo de Agué el hararita. En una ocasión defendió un campo del ataque de los filisteos y derribó a muchos de ellos. (2Sa 23:11, 12.) Junto con los otros dos hombres poderosos más importantes, se abrió paso hasta la cisterna de Belén, en ese entonces en manos de los filisteos, a fin de conseguir agua para David, que no quiso beberla. (2Sa 23:13-17.) Una comparación entre las listas similares de 1 Crónicas 11:33, 34 y 2 Samuel 23:32, 33 (donde la lectura suele ser “Jonatán el hijo de Samah el hararita”) indicaría que Sagué es otro nombre de Samah, y que este tenía un hijo llamado Jonatán, que también fue un guerrero distinguido de David.
4. Samah - (Samot - Samhut) Uno de los treinta hombres poderosos de David; harodita. (2Sa 23:8, 25.) Se encuentran otras grafías de este nombre en 1 Crónicas 11:27 (Samot), y 1 Crónicas 27:8 (Samhut); este último versículo lo identifica como principal izrahíta para el quinto mes en la reorganización de servicio rotatorio que hizo David.
1. Seba, Primer hijo de Raamá.
1. Seba, Primer hijo de Raamá, hijo de Cus, mencionado por nombre. (Gé 10:7; 1Cr 1:9.)
2. Seba, Hijo de Joqtán de la línea de Sem (Gé 10:21-30; 1Cr 1:17-23), y progenitor de una de las trece tribus árabes. Es posible que hombres de esta tribu nómada fueran los merodeadores “sabeos” que hicieron la incursión de la que se habla en Job 1:14, 15.
3. Seba, Uno de los dos hijos de Joqsán, el hijo de Abrahán y de Queturá. (Gé 25:1-3; 1Cr 1:32.) Cuando Abrahán se hallaba aún con vida, envió a la descendencia que tuvo con Queturá “hacia el este, a la tierra del Oriente” (Gé 25:6), por lo que Seba al parecer se asentó en algún lugar de Arabia.
4. Seba, Hijo del benjamita Bicrí que perdió la vida en una sublevación contra David. (2Sa 20:1, 2.) Cuando David regresaba a Jerusalén después de la rebelión de Absalón, Seba, “un hombre que no servía para nada”, se dio cuenta de la mala actitud que tenían diez de las tribus hacia los hombres de Judá, la tribu de David. (2Sa 19:40-43.) Seba avivó las llamas de esta amargura diciendo que las otras tribus no tenían “parte [...] en David”, y les instó: “Cada uno a sus dioses”. Los hombres de Judá se apegaron al rey, pero “todos los hombres de Israel” desertaron de David para seguir a Seba. Es posible que uno de los motivos que había tras esta rebelión haya sido el deseo de devolver a la tribu de Benjamín algo de la importancia que tuvo durante el reinado de Saúl.
David le dijo a Amasá, su general, que en tres días reuniera para la batalla a los hombres de Judá a fin de acabar con la sublevación de Seba. Como Amasá no apareció a tiempo, el rey envió a Abisai tras Seba, que huía (aunque parece que en realidad fue Joab, el hermano de Abisai, el que tomó el mando durante la persecución). Seba y los parientes suyos que le apoyaban huyeron hacia el N., hasta Abel de Bet-maacá, una ciudad fortificada de Neftalí. Los perseguidores sitiaron la ciudad y se pusieron a socavar el muro. Luego, una mujer sabia de la ciudad solicitó la paz a Joab. Este respondió que el ejército se retiraría si la ciudad entregaba al rebelde Seba. Al oír esto, los habitantes de la ciudad cortaron la cabeza a Seba y se la arrojaron a Joab por encima del muro de la ciudad. (2Sa 20:1-8, 13-22.)
5. Seba, Gadita que vivía en Basán; descendiente de Abiháil. (1Cr 5:11, 13.)
6. Seba - (“Saba”), Sinonimo: Reina del sur. Reino próspero situado con toda probabilidad al SO. de Arabia (actual Norte de Etiopía, Dyibuti y el Yemen el sureste de Arabia). Era especialmente conocido por su oro, perfumes e incienso. (1Re 10:1, 2; Isa 60:6; Jer 6:20; Eze 27:22.) El origen de este pueblo de Seba, o sabeos, como se les designa con frecuencia en las fuentes seglares, no se puede determinar con certeza. En el linaje de Sem había dos Sebas (SEBA núms. 2 y 3), que por lo visto se establecieron en Arabia. Sin embargo, algunos eruditos modernos creen que las personas de este reino eran semitas, del linaje de Joqtán, descendientes de Sem por medio de Éber. (Gé 10:26-28.) El propio nombre de Seba y el de algunos de sus hermanos están relacionados con ubicaciones del S. de Arabia. (Véanse HAVILÁ núm. 4; HAZARMÁVET.)
Según algunas fuentes, el reino de Seba estaba situado en la parte oriental de lo que hoy es la República Yemení. Su capital, Marib, estaba en el lado E. de la cordillera y a unos 100 Km. al E. de Sana.
Antes de que algunas mejoras en la navegación hicieran que esta fuera menos peligrosa en el mar Rojo, el comercio proveniente del S. de Arabia y, posiblemente, del E. de África y de la India, se llevaba a cabo mayormente por medio de caravanas de camellos a través de Arabia. Seba dominaba las rutas de las caravanas, y cobró fama por sus mercaderes de incienso, mirra, oro, piedras preciosas y marfil. La Biblia indica que estos comerciantes llegaban incluso hasta Tiro. (Eze 27:2, 22-24; Sl 72:15; Isa 60:6.) Un sello de arcilla desenterrado en Betel proporciona confirmación material del comercio entre Palestina y el S. de Arabia. Los descubrimientos provenientes de las excavaciones de Marib indican que los sabeos eran un pueblo relativamente pacífico y de mentalidad comercial. En su capital tenían un enorme templo al dios-luna.
La reina de Saba - (Seba). Algún tiempo después que Salomón terminó muchas obras de edificación, fue visitado por “la reina de Seba”. En Etiopía la llaman Makeda, y en Yemen, su nombre es Bilqis, quien había oído “el informe acerca de Salomón respecto al nombre de Jehová”. Esta reina, cuyo nombre no se menciona en la Biblia, fue a Jerusalén con un “séquito muy impresionante, camellos que traían aceite balsámico y muchísimo oro y piedras preciosas”. (1Re 10:1, 2.) Su manera de viajar y el tipo de regalos que llevó indican que procedía del reino de Seba, al SO. de Arabia. Esto también se desprende del comentario de Jesús en cuanto a que era la “reina del Sur” y a que “vino desde los fines de la tierra”. (Mt 12:42.) Desde el punto de vista de las personas de Jerusalén, verdaderamente procedía de una parte muy distante del mundo conocido en aquel entonces (Sl 72:10; Joe 3:8), pues Marib está a unos 1.900 Km. de Ezión-guéber, población situada en la orilla N. del mar Rojo.
Jesús dijo que la reina de Seba fue “para oír la sabiduría de Salomón”. (Lu 11:31.) Quedó impresionada por lo que Salomón dijo, por lo que ella vio en cuanto a la prosperidad de su reino y también por la sabia organización administrativa. Pronunció felices a los siervos del rey por poder escuchar su sabiduría y bendijo a Jehová por haberlo puesto sobre el trono. (1Re 10:2-9; 2Cr 9:1-9.) La reina le dio a Salomón 120 talentos (4.000 Kg.) de oro (en la actualidad, unos 46.242.000 dólares [E.U.A.]), así como aceite balsámico y piedras preciosas. Salomón, por su parte, le dio regalos cuyo valor al parecer excedía al de los tesoros que ella había llevado, después de lo cual, la reina regresó a su propia tierra. (2Cr 9:12, BC, CI, DK, MK, Mod, PIB, RH, Str, VP.)
Cristo declaró que esta mujer se levantaría en el juicio y condenaría a los hombres de la generación del primer siglo. (Mt 12:42; Lu 11:31.) Ella había hecho un arduo viaje para escuchar la sabiduría de Salomón, mientras que los judíos no creyentes, que afirmaban ser siervos de Jehová, tenían en Jesús algo más que Salomón y no le prestaban atención.
7. Seba, Al parecer, una de las ciudades enclavadas en la parte S. del territorio de Judá que se dieron a la tribu de Simeón. (Jos 19:2.) No obstante, este nombre no aparece en la lista paralela de 1 Crónicas 4:28-32 ni entre las ciudades que en un principio se asignaron a Judá. (Jos 15:26.) Por otra parte, Josué 19:2-6 dice que hay trece ciudades, cuando en realidad suman catorce, por lo que algunos eruditos opinan que Seba y Beer-seba eran dos secciones de la misma ciudad, de la que Seba era la parte más antigua. En el caso de que se tratara de dos lugares diferentes, entonces Seba podría ser la Sema que aparece en la lista de Josué 15:26-32.
1. Simeí, Segundo hijo de Guersón (Guersom) mencionado por nombre; nieto de Leví. (Éx 6:16, 17; Nú 3:17, 18; 1Cr 6:16, 17.) De él descendieron varias familias Simeítas de levitas. (Nú 3:21-26; 1Cr 23:7, 10, 11; Zac 12:13.)
2. Simeí, Rubenita a cuyo descendiente, Beerah, que era un principal, llevó al exilio el rey asirio Tilgat-pilnéser (Tiglat-piléser III). (1Cr 5:1, 4-6.)
3. Simeí, Levita merarita. (1Cr 6:29.)
4. Simeí, Levita guersonita que fue antepasado de Asaf. (1Cr 6:39, 42.)
5. Simeí, Benjamita cuyos nueve hijos (o descendientes) fueron cabezas de las casas de antepasados que vivían en Jerusalén. (1Cr 8:1, 19-21, 28.) Al parecer se le llama Sema en 1 Crónicas 8:13, donde se le identifica como cabeza de familia de Ayalón.
6. Simeí, Simeonita, hijo de Zacur; tuvo dieciséis hijos y seis hijas. (1Cr 4:24-27.)
7. Simeí - (Simeá, Simeah 2 y Samah 2), Uno de los hermanos de David. (2Sa 21:21; véase en 1Sa 16:9: SAMAH núm. 2.) “Simeá”, en 1Cr 20:7.
8. Simeí, Descendiente de Guersón por medio de Ladán. Durante el reinado de David, tres de sus hijos (o descendientes) fueron cabezas de familias levitas. (1Cr 23:8, 9.)
9. Simeí, Cabeza de la décima división de músicos levitas; hijo de Jedutún. (1Cr 25:1, 3, 17.)
10. Simeí,Guarda de los viñedos de David; era ramatita. (1Cr 27:27.)
11. Simeí, Fiel partidario del rey David que rehusó unirse a la conspiración de Adonías. (1Re 1:8.) Es probable que se tratase del mismo Simeí a quien el rey Salomón nombró comisario sobre el alimento en el territorio de Benjamín; hijo de Elá. (1Re 4:7, 18.)
12. Simeí, Benjamita de la aldea de Bahurim; era hijo de Guerá, de una familia de la casa del rey Saúl. Abrigó un espíritu rencoroso hacia David durante muchos años después de la muerte de Saúl y de que se hubiese quitado a su casa la gobernación real. Simeí halló una oportunidad para desahogar su furia, restringida por mucho tiempo, cuando David y sus leales huyeron de Jerusalén debido a la rebelión de Absalón. Un poco al E. del monte de los Olivos, Simeí se puso a arrojar piedras y polvo contra ellos y a maldecir a David mientras iba andando. Abisai pidió permiso a David para matar a Simeí, pero David rehusó, esperando que quizás Jehová convertiría la maldición de Simeí en una bendición. (2Sa 16:5-13.)
Al regreso de David, una vez que la situación había cambiado, Simeí y otros 1.000 benjamitas fueron los primeros en ir a su encuentro. Simeí se inclinó ante él y expresó su arrepentimiento por sus pecados. Abisai de nuevo quería matarlo, pero David tampoco lo permitió, jurando esta vez que no le daría muerte. (2Sa 19:15-23.) Sin embargo, antes de su muerte, le dijo a Salomón que “[hiciera] bajar sus canas con sangre al Seol”. (1Re 2:8, 9.)
Al principio de su reinado, Salomón llamó a Simeí y le ordenó que se trasladase a Jerusalén y permaneciese en la ciudad; si alguna vez dejaba la ciudad, se le daría muerte. Simeí concordó con estas condiciones, pero tres años después dejó la ciudad para recuperar dos de sus esclavos que habían huido a Gat. Cuando se enteró de ello, Salomón pidió cuentas a Simeí por quebrantar su juramento a Jehová y ordenó a Benaya que lo ejecutase. (1Re 2:36-46.)
13. Simeí, Levita descendiente de Hemán que se santificó y ayudó a deshacerse de los objetos inmundos que se habían sacado del templo al comienzo del reinado de Ezequías. (2Cr 29:12, 14-16.) Es probable que se tratase del mismo que el núm. 14.
14. Simeí, Levita que era el segundo encargado de guardar las generosas contribuciones y diezmos que se llevaron al templo durante el reinado de Ezequías. (2Cr 31:11-13.) Probablemente fuera el mismo que el núm. 13.
15. Simeí, Antepasado de Mardoqueo; de la tribu de Benjamín. (Est 2:5.)
16. Simeí, Hermano del gobernador Zorobabel; descendiente de David de la tribu de Judá. (1Cr 3:19.)
17. Simeí, Uno de los levitas que despidieron a sus esposas junto con sus hijos después que Esdras los amonestara por haber formado alianzas matrimoniales con extranjeros. (Esd 10:10, 11, 23, 44.)
18, 19. Simeí, Dos israelitas, hijos de Hasum y Binuí, respectivamente, que también despidieron a sus esposas extranjeras e hijos. (Esd 10:33, 38, 44.)