El Barroco

Contexto socio-histórico

Durante todo el siglo XVII la principal innovación política de la monarquía española fue la figura del valido, o sea de hombres que gozaban de su absoluta confianza. De hecho, os monarcas del siglo XVII se desentendieron de las ocupaciones de gobierno y dejaron el poder decisivo en las manos de los validos que aprovecharon de su poder para conseguir favores generalizados para sus familiares y sus partidarios. Eso significó por un lado un desprestigio creciente y un pérdida de poder de la monarquía y por otro lado un aumento de la corrupción que provocó un periodo de profunda decadencia y de crisis en la sociedad española.

Durante todo el siglo XVII hubo levantamientos de tinte separatista en toda España. Empezó Cataluña en 1640 con una guerra que se concluyó sólo cuando las tropas españolas recuperaron Barcelona en 1652. Animados por la rebelión catalana, los portugueses empezaron otra rebelión que culminó con el reconocimiento de la Independencia de Portugal en 1668. Otros levantamientos hubo en Andalucía, Aragón y Nápoles.

Si el siglo XVI había representado el momento de máximo poder en el mundo de la monarquía española, a lo largo del siglo XVII y sobre todo tras la guerra de Treinta Años, España quedó al margen de la política internacional. Si a la crisis política se añade la depresión económica y comercial, los problemas demográficos debidos a las epidemias, entre las que destacó la peste, el empobrecimiento del campesinado, la debilidad de la burguesía ya podemos comprender como este fue un siglo de decadencia en casi todos los ámbitos excepto en el plano cultural.

En realidad sólo en el campo cultural y artístico se mantuvo, e incluso se superó, el esplendor del siglo anterior continuando así el llamado Siglo de Oro.